Al igual que sucedía en los escándalos clásicos de la política estadounidense, la mentira puede superar en importancia al crimen en sí. A nadie le ha extrañado en Baleares –y ese nadie incluye a los votantes del PP– lo ocurrido en Andratx, pero sí una actuación judicial que ha llevado por primera vez a prisión a políticos en activo de la isla. Esa fue sólo la primera sorpresa, pero la atención se desbordó conforme se desvelaban los contactos que los encarcelados habían mantenido con Matas –presidente del PP regional y de la comunidad–, así como con su consejero de Interior y secretario general del partido, José María Rodríguez.
El sábado anterior a las detenciones que tendrían lugar el lunes, Hidalgo y Rodríguez ya hablaron largo y tendido de lo que se avecinaba, en conversación diligentemente intervenida por orden judicial. Ese mismo día, a la intempestiva hora sabatina de las siete de la tarde, los dos mencionados se citaron con Matas en la sede del gobierno regional. Se asegura que algún abogado asistió también a la cita. Lo más curioso estaba por venir. El lunes a las ocho y once minutos de la mañana, el conseller telefoneaba al alcalde y ambos participaban de su inmediato arresto. Siempre según el juez, que ha escuchado la grabación pertinente.
La falsa sorpresa de Rodríguez y Matas
Tanto Rodríguez como Matas fingen sorpresa tras procederse a las detenciones, pero sus burdas veladuras han caído sucesivamente a lo largo de las últimas semanas. La enredada madeja de sus sucesivas incorrecciones –que sólo en un alarde de cortesía pueden evitar la calificación de mentiras– se deshizo definitivamente el pasado lunes, a las tres semanas exactas del comienzo del escándalo. Sabían perfectamente lo que se estaba cociendo, y Rodríguez fue abandonado a su suerte por un astringenteAcebes. Entre medias, el fiscal general Conde-Pumpido, que ha navegado gratis total en lujoso yate por aguas de Mallorca, tuvo a bien recibir al presidente de Baleares en una ceremonia que desprendía un tufillo de camaradería.
En el blog Saco sin fondo, y a propósito de la anunciada reunión Zapatero-Rajoy, se escribe:
Pero yo, como no creo en los milagros, sólo pienso que subyace una razón mucho más humana, tan humana como la corrupción que salpica a toda la clase política. Como no se atreven a pactar en público un saneamiento de las filas propias, tal como venimos pidiendo muchos ciudadanos, van a tener que tratarlo en privado. Oficialmente, dentro de la reunión se hablará de algo tan genérico como los “temas fundamentales del país”, con una atención especial a la marcha del proceso de paz en Euskadi, del que ambos no están de acuerdo ni en el nombre. Aparentemente la reunión ya pinta mal en sus prolegómenos, pues Rajoy ya va rezongando por ahí que duda de que sirva para algo, porque no piensa ceder ni un ápice en lo que él llama el precio político a pagar por la paz.
Así que el escenario es perfecto. Como he sido inoculado del nuevo periodismo mundial en el que las teorías conspiratorias tienen más valor que los datos contrastados, puedo decir y digo que a los guionistas de Génova 13 les preocupa más el guión de lo que van a contar oficialmente a la salida que el temario de la reunión. Tendremos posiblemente una versión corregida de aquella otra en la que Rajoy, tras entrevistarse con ZP, nos comunicó que “entré preocupado y salgo más preocupado”.
Mi teoría conspiratoria me dice que lo de la paz en Euskadi es la pantalla, y que lo que en realidad importa es parar el espectáculo de la corrupción que tanto está afectando a la credibilidad de las instituciones del estado y de los políticos. Aunque cada uno se debe a su público, sobre todo el PP que no piensa dar ni un paso atrás en el asunto de la negociación con ETA, el leit motiv de su campaña de oposición de aquí a las generales. Así que la escenificación del “desencanto” a la salida de la reunión no debe cogernos por sorpresa.
A solas los dos, quiero pensar que el asunto de Andratx, engordando día a día como una bola de nieve rodando precipicio abajo, va a propiciar un pacto de estado de alerta sobre la corrupción en sus propios partidos. Porque, una de dos: o cercenan del poder público a sus militantes sospechosos de corrupción, o dedicarán las mañanas de lo que les queda de vida desayunándose con las noticias de las prevaricaciones, robos, malversaciones y ladrillazos varios saltando como liebres de periódico en periódico y de radio en radio.
No sé cómo acabará la cosa de aquí al viernes, con Jaume Matas, el presidente balear, respaldando todavía a su consejero de Interior y presidente del PP en la comunidad, José María Rodríguez. Hay unas cintas grabadas de conversaciones telefónicas en manos del juez que instruye el caso que pueden salpicar a todo el gobierno de las islas, y convertir el órdago de Matas en un grandísimo ridículo. Yo, de Jaume Matas, esperaría al viernes para tomar posiciones, porque, se mire por donde se mire, no tiene muy buena pinta la orina de enfermo de su consejero de Interior.
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