El pasado Lunes 3, durante un viaje, tuve ocasión de comer en Bilbao -marmitako- al lado de la terminal de autobuses, y recordé entonces que no había reproducido el divertido artículo de Manuel Montero sobre Paris Hilton y Bilbao, publicado en El País del País Vasco. Lo hago hoy vía
Reggio:
"Los catalanes han dado el golpe con la película que está rodando Woody Allen en Barcelona. Envidias sanas al margen, esto no puede quedar así y nuestro Gobierno tripartito debería tomar cartas en el asunto y conseguir que algún director de Hollywood (de Scorsese para arriba) se venga a rodar a Euskadi y, sobre todo, contratar a Paris Hilton como protagonista, por el tirón.
Estas cosas no se pueden improvisar, por lo que aquí va un argumento con el que demostrar al mundo que Euskal Herria también existe y propagar nuestros valores. Les adelanto un esbozo. En la película la protagonista (Paris Hilton) se llama Jennifer. Es la típica de Wisconsin que se ha liado con su abogado del divorcio. Cuando descubre que éste la comparte con la ayudante del fiscal del distrito le entra la depresión. Por un casual lee un artículo que habla de la existencia, en los confines del Cantábrico, del pueblo más antiguo de Europa, noble, trabajador y amante de la paz. Paris/Jennifer decide dejarlo todo y seguir el llamado atávico de la antigua Euskal Herria.
Convendría que Jennifer llegase al País Vasco andando, pues así podría incluirse una interesante escena -para el contraste con lo de luego- en la que un empleado de una gasolinera del Estado español, de estatura menguada, le indica la dirección hosco y maleducado, al tiempo que se vislumbra al fondo una pelea a navajazos entremezclada con el "Que viva España" y un par de guardias civiles patean a un honrado ciudadano (vasco: viste boina y lleva corbata con ikurriñas) entre risotadas, mientras se reparten la tela de su cartera.
Tras las penumbras, la luz: Paris Hilton entra en Euskal Herria. Llega por Muskiz y cuando ve la hermosa mezcla de la refinería (así los gringos se darán cuenta de que no estamos atrasados) con la torre de Muñatones siente que aquí se combina la tradición y el futuro.
Tras diversos vericuetos que no les detallaré, Jennifer aparece en las fiestas de Bilbao, ya con pañuelo. Prueba el kalimotxo y nota que ha entrado en otra dimensión. En una txosna conoce a Zigor, el típico ex seminarista que ha estudiado Sociología, enseña euskera y toca la txalaparta. Desde el primer momento se ve que el hombre, elegante y con camisa de leñador, le ha impactado. Diversas escenas transcurren en el Gorbea, la Parte Vieja donostiarra, una prueba de arrastre de bueyes, el Parque Tecnológico, Santimamiñe, el árbol de Gernika, las empresas de Mondragón, la BBK -para que se vea la diversidad-, mientras se consolida la relación y él le cuenta que el Pueblo Vasco está oprimido secularmente por los cabrones españoles. Ella comienza a pronunciar palabras en euskera -jo ta ke, errepresioa-, entre risas de progresiva intimidad. La definitiva revelación llega en una alubiada en Amoroto, a la que le ha llevado Zigor con su cuadrilla. Paris Hilton alucina con la camaradería, el pacharán, el kalimotxo, las otras bebidas, la comida, los cantos,...
Les ahorro otras secuencias en las que salen los atractivos ejemplares que singularizan al País: euskaldunberris, escoltas, escoltados, hinchas del Athletic, sargentos de la Ertzaintza, funcionarios de la Hacienda guipuzcoana de azarosa vida, azafatas del Guggenheim, burukides, kaleborrokolaris, conductores de autobuses quemados, prejubilados de la Naval, encuestadores del Gobierno vasco, jarraitxus, elkarrianos/lokarrianos, muslaris, curas amenazadores, ex consejeras aficionadas a la zoología vasca... cuya interacción da lugar a jugosas escenas, no exentas de dramatismo.
Para que la película guste por ahí, y no piensen que Euskadi es un mero parque jurásico del romanticismo, resulta conveniente incluir alguna cuestión escabrosa. O sea, un triángulo. Llega cuando Paris Hilton va a la Korrika y conoce a Adikoitz, noble joven vasco que le habla ilusionado de que ya hay un Plan para salir de tanta opresión. En vertiginosa secuencia le lleva a comer talo con chorizo en Balmaseda (Paris Hilton alucina definitivamente), a una sidrería de Usurbil y al batzoki de Arrankudiaga, mientras le cuenta las soluciones. Es Adikoitz el Aduanero: le explica que, reconquistada la independencia -ya próxima-, alguna frontera habrá que tener y no hay frontera sin aduanero; él quiere ser el primero y ya ha diseñado el uniforme (pantalón verde, camisa roja, txapela verde y escudo en las solapas). Paris se arroba con tanto idealismo.
Jennifer se debate entre el de la txalaparta y el aduanero, y no sabe por dónde tirar. Dado que son vascos y viven en casa de su madre no resultan verosímiles las escenas de sexo. Si Scorsese las considera indispensables tendría que ser en forma de sueños de Jennifer, con Zigor en un bar de Lekeitio el día de los gansos, mientras a Adikoitz le toca Vitoria, vestido de blusa (y desvestido, si llega el caso), frente a Ajuria Enea.
Atormentada por sus dudas, Paris Hilton camina calurosa por un bidegorri. Una ikurriña ondea en lontananza. En esto, un ciclista vestido de naranja Euskaltel le ofrece agua. Ella bebe. El ciclista reemprende la marcha, pero al de unos metros se para, se baja las gafas (se ve que es el lehendakari) y le dice: "¿Qué hay de malo en beber agua si se tiene sed?". Traspuesta, Paris Hilton medita estas palabras. Echa a correr, llega a un euskaltegi y se matricula.
El rótulo "nueve meses después" abre la última escena. Enseguida se nota que Jennifer ha aprendido euskera. Se dirige a la basílica de Loyola con desparpajo. Van llegando, tensos, Josu Jon, Joseba el de Andoain, Rodolfo, Patxi, Jesús, Txarli, el otro Joseba, Begoña, Arnaldo, Pernando, Rufino, María, Leopoldo, Javier y su hermana Julia, Juanjo, Jonan y los demás. Paris Hilton viste una preciosa chaqueta de lana azul con borlas bamboleantes, en rojo "zazpiak bat" y los escudos. Entra en el Santuario. Por la retransmisión que hace la CNN en inglés (subtítulos en euskera) se ve que le han nombrado mediadora universal para la cosa vasca. The end. Después, "To be continued". El espectador suspira aliviado."
Publicado en El Mundo, jueves 6 de septiembre de 2007
ROBERTO L. DE CALLE
«Nuestros votantes vendrán de los hartos del nacionalismo del PSOE y el clericalismo del PP»
Fernando Savater (San Sebastián, 1947) y el partido que promueve, Unidad, Progreso y Democracia (UPD), no tienen empacho en pedir la modificación de los pilares constitucionales consensuados durante la Transición y en reclamar la abolición de los «derechos históricos» que diferencian a unas comunidades autónomas de otras. Su objetivo es fomentar al máximo la igualdad entre ciudadanos al margen de «territorios» y «orígenes», y por eso pretende desplazar a los nacionalistas de su posición de bisagra. «No puede ser que 500.000 definan lo que tenemos que hacer el resto de los españoles».
Pregunta.- ¿Cuál será su bandera electoral?
Respuesta.- Fomentará la unidad institucional de España y la igualdad de la ciudadanía. Hay una serie de amenazas y malentendidos, sobre todo en lo relativo a la igualdad de los ciudadanos. Somos partidarios de la España plural y contrarios a la España asimétrica. Hay una nación española, con diferentes culturas y tradiciones, pero sus ciudadanos tienen derecho a la igualdad.
P.- ¿No se replantean la consideración actual de España autonómica, por aquello de las diferencias entre comunidades?
R.- Lo que nos interesa es que no haya autonomías de primera y de segunda, y, sobre todo, autonomías que puedan estar infinitamente aumentando sus competencias. Nos gustaría un federalismo, una reforma constitucional que cerrara federalmente el país. Lo que no puede ser es que se haga un estatuto y permanentemente vengan unos señores a decir que eso es sólo la mitad de la mitad.
P.- Habla de comunidades de primera y de segunda. El País Vasco y Navarra, con regímenes fiscales diferenciados, ¿entrarían en colisión con sus planteamientos?
R.- Creo necesario unificar y aunar la fiscalidad del país. Estos tratamientos privilegiados incluso chocan con la legislación europea, y nosotros orientaremos las reformas constitucionales hacia ellos. Queremos modificar todo aquello que convierte al país en reo del pasado (los derechos históricos) en lugar de prepararlo de una manera igualitaria para afrontar el futuro. Y no sólo la desigualdad en ese campo, sino también en otros, como la laicidad. Un Estado debe ser laico y no se pueden seguir fomentando las desigualdades religiosas.
P.- El germen de esta Plataforma es el colectivo ¡Basta Ya! Su tránsito hacia un partido, ¿no desnaturaliza el concepto de movimiento cívico?
R.- Los colectivos cívicos hemos tenido, creo, una función importante en el despertar de la sociedad ante el terrorismo, en la elaboración del Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo. Pero no pueden perpetuarse de una manera burocrática sin cambiar un poco de sustancia.
P.- ¿Se puede decir que su partido será, genéricamente, equidistante entre el PSOE y el PP?
R.- Preferimos el esquema progresista-reaccionario que el esquema izquierda-derecha. Porque el progreso, es decir, la lucha contra la tiranía que acaba con las libertades formales, y contra la miseria y la ignorancia, que hacen imposible las libertades materiales, se hace desde la izquierda y la derecha. Y en ambos lados hay también personas reaccionarias, como aquél que apoya a Fidel Castro, o el señor que considera que el matrimonio entre homosexuales es el mayor pecado desde Sodoma y Gomorra. Estamos en la confluencia del progresismo de izquierdas y de derechas, y, por igual, alejados de sus reaccionarios.
P.- Para el elector de a pie, ¿están a medio camino entre el PSOE y el PP?
R.- Apoyaremos las iniciativas progresistas, sean del PSOE o del PP. A mí me perturba que el discurso político del PP sea contar lo malo que es el PSOE, y que el de éste sea decir lo indecente que es el PP. Cuando haya una propuesta progresista la apoyaremos, independientemente de quién la promueva.
P.- Una de las raíces de su partido es la política antiterrorista...
R.- Con el terrorismo no hay que dialogar más que sobre la entrega de las armas, el final de la violencia, a medio plazo quizá aliviar las condenas, etcétera. Con ETA sólo se puede hablar de ETA. No hay nada que hablar en una mesa política con la amenaza de ETA. Es contraproducente. Y en el País Vasco no se puede realizar ninguna modificación o transformación del marco jurídico, no sólo mientras no haya desaparecido la violencia, sino mientras no se haya llegado a borrar el miedo que ha producido y la estela que ha dejado. Por supuesto, me parece un disparate legalizar fórmulas políticas que se convierten en una fuente de ingresos y presencia mediática de los terroristas. A la sociedad hay que indicarle que no hay más que una vía: la renuncia a la violencia y la aceptación de la Constitución. Las dos cosas. A partir de ahí, si se quieren cambiar las cosas, muy bien, todos pueden participar.
P.- ¿Cree que el Gobierno es, en cierto modo, rehén de ETA, por la posibilidad de que la banda cometa un gran atentado poco antes de las elecciones, como ocurrió el 11-M?
R.- Ese es el problema de haber jugado mal las cartas. A ETA se le ha dado una capacidad de intervención en la política nacional que no había tenido nunca. Y no sabemos cómo respondería la población a un atentado. Si se ha acostumbrado a ver a los representantes del Partido Socialista con Otegi, o a tratos de favor a De Juana Chaos, y de pronto hay un gran atentado, por mucho que se diga que todo eso ya se había acabado, puede tener consecuencias políticas. Por eso creo que el Gobierno socialista ha cambiado y está adoptando una postura de mucha más firmeza, el discurso que hace unos meses teníamos algunos y por el cual nos han llovido palos, decían que éramos crispadores, representantes de la extrema derecha en el País Vasco...
P.- ¿Y qué afearía al PP en materia antiterrorista?
R.- Ha habido una especie de apresuramiento desde el comienzo y se ha adelantado a los acontecimientos. Cuando Zapatero fue al Parlamento a decir que si cesaba la violencia se podía hablar con ETA de su disolución, el PP respondió que era una traición a los muertos y se quedó sin argumentos para seguir. Habría sido mejor ir aceptando lo razonable, pero siempre recordando que se estaba vigilante y que, si no era cierto lo que decía el Gobierno, se le iba a criticar.
P.- ¿Y sobre la articulación del Estado?
R.- El fetichismo de la diferencia me es absurdo. Que se haya pasado de considerar de mal gusto y fascista la unidad del país y, en cambio, que cualquier diferencia sea buena... No. La diferencia en sí misma no tiene nada bueno, y se ha creado que cada comunidad debe aumentar, exagerar identidades cada vez más diferenciadas y considerar a los que le rodean como enemigos políticos. Está bien que se mantengan las lenguas y la cultura de cada comunidad, pero el hecho de convertirla en obligatoria para todos, incluso creando la imagen de que lo importante es ser vasco, catalán o andaluz y no español, porque serlo es compartir cosas con otros con los que no queremos saber nada, es nefasto. Hace falta un discurso claro, no de la esencia de España, sino de que los estados de Derecho deben ser igualitarios. Los nacionalistas son muy pocos, pero hacen mucho ruido. Es bueno que se empiece a ver lo pocos que son y estoy convencido de que un discurso firme en este sentido atraerá mucho apoyo.
P.- De sus palabras deduzco que pedirán la modificación de la Ley Electoral.
R.- Sí, y no para que los nacionalistas no estén representados, sino para que no estén sobrerrepresentados. Es imposible que 500.000 ciudadanos estén definiendo lo que tenemos que hacer el resto de los españoles.
P.- ¿Firmaría usted ahora un resultado que le permitiera ser bisagra en el Congreso?
R.- Tenemos ese propósito, sí. Sinceramente. Quisiéramos tener un partido que sustituyera a los nacionalistas en esa función de bisagra. Lo que no haríamos es apoyar a un partido hiciera lo que hiciera. Queremos dar otra fórmula de gobierno posible.
P.- ¿De dónde cree que vendrá su electorado?
R.- Me hace gracia cuando los partidos se enfadan porque creen que los electores son como borregos que tienen que estar todos juntos. Un partido no tiene votos hasta las elecciones. Pero hay un dato claro: el 40% de abstención. Esa gente no es abstencionista sólo por apatía. Sinceramente, no sé de dónde provendrán nuestros votantes. Estoy oyendo cosas de los dos lados...
P.- Pues complete esta frase: si sus votos proceden del PP porque se ha escorado a la derecha, los que provengan del PSOE lo harán por...
R.- ... porque se ha escorado hacia el nacionalismo. Nuestros votantes vendrán de aquellos que están hartos del nacionalismo del PSOE y del clericalismo del PP. Los que no quieren que unos se apoyen en los nacionalistas y los otros en los obispos.
P.- ¿Quién será su candidato?
R.- No lo sé, pero yo, seguro que no. A mí me pasa como a aquellos que saben leer un mapa y hacer planes de viaje, pero no saben conducir.
P.- El paso que dio Rosa Díez invita a pensar en ella...
R.- No, una cosa es que de momento vayamos a crear una estructura básica y otra que tengamos ya las listas hechas.