En la última semana se ha vivido en la economía española y en la bolsa un ajetreo no habitual en materia de OPAs y alza de las cotizaciones, a un tiempo. Grandes empresas del sector construcción compran participaciones de empresas eléctricas, y a remolque traen el alza de los precios de las acciones y el acceso de pequeños inversores al mercado de valores atraídos por la golosina; los últimos en llegar - y en enterarse - y los primeros en notar pérdidas en su patrimonio cuando la burbuja se desinfle.
Milmillonarios de toda la vida [en euros y dólares ], y algunos recién llegados al club, han engordado sustancialmente su patrimonio. Todos estos empresarios tienen su estanco liberal, en una economía como la nuestra “social de mercado”.
En medio, en el epicentro de la historia dos personajes: el presidente del Gobierno y el banquero del Gobierno. El señor Rodríguez Zapatero coordinando la actuación de las empresas, haciendo política industrial o energética – o eso le parece a el – ya que no un plan energético. Ayudando a construir eso que han dado en llamar “campeones nacionales”. Ahora juega a esto, como otras veces juega a hacer ingeniería social.
El banquero del gobierno, el señor Botín en todas las salsas, hace de bróker, avala, financia a los compradores, vende participaciones y las volverá a comprar posiblemente, amen de financiar la deuda eléctrica por el déficit de tarifa, a modo de deuda perpetua camuflada.
Por ello, estoy completamente de acuerdo con lo que Carlos Rodríguez Braun escribe en ABC el 30/09/06 [los subrayados en color son míos]
UN MITO DEL MERCADO
“A propósito de la entrada de Acciona en Endesa, refulgió esta última semana el antiguo mito de que el mercado es en realidad el que manda. Pocas voces, como la de Manuel Martin Ferrand en ABC, declararon su sospecha. La mayoría, sea que se trata de plácemes o de lamentos, coincidió en el diagnóstico: un triunfo del mercado y del capitalismo, y una prueba de la solidez de nuestras empresas, de su amor por la competencia, y del predominio de la economía sobre la política. Y todo era un camelo.
La economía no puede mandar nunca como la política, porque la política es la coacción legítima, que por definición es un monopolio. Coacción y omnipotencia, naturalmente, no son sinónimos, y toda acción política genera resultados que pueden ser no previstos ni deseados.
Digamos, el socialismo puede mandar despóticamente sobre la gente, pero será incapaz de incrementar su bienestar. Ahora bien, esto no significa que las empresas sean como el Estado. De hecho, la única manera que tienen las empresas de ejercer un poder similar al político es cuando la política lo permite, por ejemplo concediéndoles monopolios o privilegios.
Las empresas saben perfectamente quien manda aquí, y por eso usted no las verá atacar al Gobierno casi nunca. Intentarán llevarse bien con él y arrancarle todo lo que puedan, en especial en un contexto de socialismo democrático, vigente en todo Occidente, donde el estado no puede empobrecer sistemáticamente a sus súbditos sin perder legitimidad, y esto explica que necesita a las empresas.
Estas últimas, por su parte, preferirán no competir abiertamente, y para lograrlo el Estado es el contacto ideal. Mire usted quién ha luchado en cualquier parte por la libertad de empresa y comprobará que, como ya sabía Adam Smith*, rara vez están los empresarios en primera línea.
¿Y la resistencia de Manuel Pizarro? Osada y meritoria, sin duda, pero no se trata de un empresario, sino de un ejecutivo brillante nombrado por relaciones políticas y que, al revés que otros, le salió rana al PSOE.
Veamos además los sectores en juego: energía y construcción. Llamar “mercado” a lo que está profundamente intervenido por las autoridades, a empresas cuyos precios de venta son fijados por el Gobierno, a constructoras que tienen en el Gobierno a su principal cliente, es una nueva prueba de que aquí quién triunfa y manda no es la economía ni el mercado ni el capitalismo, sino Humty Dumty”.
*La gente de un mismo gremio rara vez se reúne, aunque solo sea para su entretenimiento y diversión, sin que la conversación termine en una conspiración contra el público o en algún tipo de arbitrio para elevar los precios… Adam Smith en The Wealth of Nations
En cuanto a necesidades nacionales [de energía], escribe Luis Ignacio Parada en ABC:
"El sector tiene problemas para dar y tomar. Nuestros costes de generación eléctrica son casi un 50 por ciento superiores a la media de la UE-15 y casi el doble que en la UE-25. Nuestro grado de dependencia energética del exterior es del 79 por ciento frente al 38 de la UE-25. Nuestro consumo de energía por unidad de PIB es un 21 por ciento superior a la media de la UE-15 Nuestras emisiones de gases nos obligan a comprar derechos, cuyo precio ha pasado de 8 a 30 euros por tonelada. Nuestro sistema de refino, en fin, es el más obsoleto de la UE-15 y obliga a importar un 30 por ciento de los gasóleos, lo que lo encarece un 15 por ciento. Lo que España necesita urgentemente no es tanto concentración de poder como un auténtico Plan Energético que supere estos problemas".
Milmillonarios de toda la vida [en euros y dólares ], y algunos recién llegados al club, han engordado sustancialmente su patrimonio. Todos estos empresarios tienen su estanco liberal, en una economía como la nuestra “social de mercado”.
En medio, en el epicentro de la historia dos personajes: el presidente del Gobierno y el banquero del Gobierno. El señor Rodríguez Zapatero coordinando la actuación de las empresas, haciendo política industrial o energética – o eso le parece a el – ya que no un plan energético. Ayudando a construir eso que han dado en llamar “campeones nacionales”. Ahora juega a esto, como otras veces juega a hacer ingeniería social.
El banquero del gobierno, el señor Botín en todas las salsas, hace de bróker, avala, financia a los compradores, vende participaciones y las volverá a comprar posiblemente, amen de financiar la deuda eléctrica por el déficit de tarifa, a modo de deuda perpetua camuflada.
Por ello, estoy completamente de acuerdo con lo que Carlos Rodríguez Braun escribe en ABC el 30/09/06 [los subrayados en color son míos]
UN MITO DEL MERCADO
“A propósito de la entrada de Acciona en Endesa, refulgió esta última semana el antiguo mito de que el mercado es en realidad el que manda. Pocas voces, como la de Manuel Martin Ferrand en ABC, declararon su sospecha. La mayoría, sea que se trata de plácemes o de lamentos, coincidió en el diagnóstico: un triunfo del mercado y del capitalismo, y una prueba de la solidez de nuestras empresas, de su amor por la competencia, y del predominio de la economía sobre la política. Y todo era un camelo.
La economía no puede mandar nunca como la política, porque la política es la coacción legítima, que por definición es un monopolio. Coacción y omnipotencia, naturalmente, no son sinónimos, y toda acción política genera resultados que pueden ser no previstos ni deseados.
Digamos, el socialismo puede mandar despóticamente sobre la gente, pero será incapaz de incrementar su bienestar. Ahora bien, esto no significa que las empresas sean como el Estado. De hecho, la única manera que tienen las empresas de ejercer un poder similar al político es cuando la política lo permite, por ejemplo concediéndoles monopolios o privilegios.
Las empresas saben perfectamente quien manda aquí, y por eso usted no las verá atacar al Gobierno casi nunca. Intentarán llevarse bien con él y arrancarle todo lo que puedan, en especial en un contexto de socialismo democrático, vigente en todo Occidente, donde el estado no puede empobrecer sistemáticamente a sus súbditos sin perder legitimidad, y esto explica que necesita a las empresas.
Estas últimas, por su parte, preferirán no competir abiertamente, y para lograrlo el Estado es el contacto ideal. Mire usted quién ha luchado en cualquier parte por la libertad de empresa y comprobará que, como ya sabía Adam Smith*, rara vez están los empresarios en primera línea.
¿Y la resistencia de Manuel Pizarro? Osada y meritoria, sin duda, pero no se trata de un empresario, sino de un ejecutivo brillante nombrado por relaciones políticas y que, al revés que otros, le salió rana al PSOE.
Veamos además los sectores en juego: energía y construcción. Llamar “mercado” a lo que está profundamente intervenido por las autoridades, a empresas cuyos precios de venta son fijados por el Gobierno, a constructoras que tienen en el Gobierno a su principal cliente, es una nueva prueba de que aquí quién triunfa y manda no es la economía ni el mercado ni el capitalismo, sino Humty Dumty”.
*La gente de un mismo gremio rara vez se reúne, aunque solo sea para su entretenimiento y diversión, sin que la conversación termine en una conspiración contra el público o en algún tipo de arbitrio para elevar los precios… Adam Smith en The Wealth of Nations
En cuanto a necesidades nacionales [de energía], escribe Luis Ignacio Parada en ABC:
"El sector tiene problemas para dar y tomar. Nuestros costes de generación eléctrica son casi un 50 por ciento superiores a la media de la UE-15 y casi el doble que en la UE-25. Nuestro grado de dependencia energética del exterior es del 79 por ciento frente al 38 de la UE-25. Nuestro consumo de energía por unidad de PIB es un 21 por ciento superior a la media de la UE-15 Nuestras emisiones de gases nos obligan a comprar derechos, cuyo precio ha pasado de 8 a 30 euros por tonelada. Nuestro sistema de refino, en fin, es el más obsoleto de la UE-15 y obliga a importar un 30 por ciento de los gasóleos, lo que lo encarece un 15 por ciento. Lo que España necesita urgentemente no es tanto concentración de poder como un auténtico Plan Energético que supere estos problemas".
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