"Desconocía yo que la Junta de Extremadura careciese de un Estatuto del cargo de Presidente (al parecer, Rodríguez Ibarra no lo quiso nunca), contrariamente a lo que acontece en la casi totalidad de las Autonomías españolas, en las que sus respectivos Parlamentos ya se ocuparon hace tiempo con sospechoso consenso y unanimidad, de garantizar la tranquila jubilación, en el aspecto económico, de sus dirigentes.
Contrasta vivamente esta circunstancia, por ejemplo, con el estatus de que disfruta actualmente su compañero de partido, el ex Presidente de la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha, José Bono, que además del sueldo correspondiente tiene a su disposición (¿de por vida?) una secretaria, un asistente, coche oficial, chófer, escoltas y un despacho en Toledo.
Pues bien, en un Estado social y democrático como el que nos ocupa (nunca mejor dicho), lo corriente y ejemplarizante debiera ser que el representante de la ciudadanía sólo disfrutara de las prebendas propias del cargo durante el tiempo en que efectivamente lo ejerce, de tal forma que al término de sus responsabilidades públicas volviera con toda normalidad a ejercer su actividad profesional y a vivir de ella en exclusiva, como el ciudadano normal que vuelve a ser.
Sin embargo, en España ocurre todo lo contrario. El oficio político procura a quien lo desempeña, amén de retribuciones sustanciosas, promoción pública y alto nivel social, todo tipo de rentas y provechos anejos, la mayoría de ellos injustificados o innecesarios para su correcta función, con los que especula habitualmente; y ello, en todos los niveles de la cosa pública (últimamente hasta a los concejales se les asegura un tiempo de cobertura tras su gestión, haya sido esta mala o buena, decente o deshonesta). Así, se ha hecho de la política un medio de vida, suficientemente rentable, por lo demás (cuando no un negocio, según vamos conociendo).
¿No resulta incoherente esta realidad, cuando la sufraga una ciudadanía con un nivel de renta mayoritariamente escaso? ¿No comprendería y atendería mejor las necesidades sociales de todo tipo aquélla persona que desde el gobierno de una institución pública las compartiera y sufriera con el común de los gobernados? En todo caso, es una indecencia y hasta un contrasentido que un político esté mejor retribuido, en todos los aspectos, que la inmensa mayoría de los ciudadanos que le pagan por serviles y representarles".
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