"Cada día aparecen en España más y más políticos y empresarios inmobiliarios implicados en escándalos urbanísticos. Los medios informativos los tratan con respeto, recordando que son inocentes mientras no sean condenados judicialmente.
Pero no se portan igual con dos constructores de origen humilde, hechos a si mismos, a los que inculpan los principales periódicos madrileños y los presentan con alias, como a los grandes delincuentes.
Uno de ellos se llama Francisco Hernando Contreras, pero lo identifican como “El Pocero”. Otro es Francisco Gómez, para los periódicos “El Paloma”. Y es de sospechar que se les identifica así para recordarles la humildad de su pasado".
Desde luego, ningún otro gran empresario es tratado por su alias, aunque lo tenga, y es que sigue habiendo clases: aristocracia y plebe.
Francisco Hernando: de construir pozos y cloacas con sus propias manos, ha pasado a tener aviones y yates, de los que presume deslumbrado por su propio éxito.
Con los permisos legales pertinentes, Hernando está construyendo una nueva ciudad entre Madrid y Toledo. Pero es un negocio que casi por ley natural debería pertenecer a la aristocracia del ladrillo. Por eso hay que hundirlo. Alguien de la clase obrera, peyorativamente llamada clase hortera, no puede subir a la cumbre. Así que, ¡Pocero, al pozo!
“El Paloma” es otro caso: estimulado por las autoridades y los partidos, de derechas e izquierdas, estaba construyendo chalés y campos de golf en un lugar de Castilla-León con pinares y fauna fácilmente recuperables, pero le han parado las obras alegando causas ecológicas que nunca afectan a los grandes.
Van a por él llamándole obsesivamente “El Paloma”, como si fuera un gángster. Por no pertenecer a la aristocracia constructora, por venir de la clase obrera/hortera, ¡a por él!
Seguramente ambos son tan honrados o pillos como los demás, pero esto de señalarlos por el alias parece que, aparte de denigrarlos por su clase social, trata de que se persigan sus negocios y no los de los grandes nombres".
Pero no se portan igual con dos constructores de origen humilde, hechos a si mismos, a los que inculpan los principales periódicos madrileños y los presentan con alias, como a los grandes delincuentes.
Uno de ellos se llama Francisco Hernando Contreras, pero lo identifican como “El Pocero”. Otro es Francisco Gómez, para los periódicos “El Paloma”. Y es de sospechar que se les identifica así para recordarles la humildad de su pasado".
Desde luego, ningún otro gran empresario es tratado por su alias, aunque lo tenga, y es que sigue habiendo clases: aristocracia y plebe.
Francisco Hernando: de construir pozos y cloacas con sus propias manos, ha pasado a tener aviones y yates, de los que presume deslumbrado por su propio éxito.
Con los permisos legales pertinentes, Hernando está construyendo una nueva ciudad entre Madrid y Toledo. Pero es un negocio que casi por ley natural debería pertenecer a la aristocracia del ladrillo. Por eso hay que hundirlo. Alguien de la clase obrera, peyorativamente llamada clase hortera, no puede subir a la cumbre. Así que, ¡Pocero, al pozo!
“El Paloma” es otro caso: estimulado por las autoridades y los partidos, de derechas e izquierdas, estaba construyendo chalés y campos de golf en un lugar de Castilla-León con pinares y fauna fácilmente recuperables, pero le han parado las obras alegando causas ecológicas que nunca afectan a los grandes.
Van a por él llamándole obsesivamente “El Paloma”, como si fuera un gángster. Por no pertenecer a la aristocracia constructora, por venir de la clase obrera/hortera, ¡a por él!
Seguramente ambos son tan honrados o pillos como los demás, pero esto de señalarlos por el alias parece que, aparte de denigrarlos por su clase social, trata de que se persigan sus negocios y no los de los grandes nombres".
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