Entrevista a Hermann Tertsch en Basta Ya, publicada en TodoPolítica.com
José María Aznar tendría sin duda muchos defectos y cometió graves errores. Su capacidad de generar no ya antipatía sino odio debería ser materia de estudio en el futuro. Pero era un político homologable a los líderes de la Europa democrática del último medio siglo. No así su sucesor en Moncloa. Creo que la nueva generación que llegó al poder bajo Rodríguez Zapatero y sólo gracias a toda una concatenación increíble de accidentes insólitos es la peor cosecha de los fracasos de la sociedad española tras el franquismo. Los denominadores comunes de la misma son la mediocridad y un relativismo tan profundo que hace que sus miembros sean perfectamente inmunes a cualquier discurso que no sea su propia letanía sectaria. Miedosos e insensatos a un tiempo, sectarios, incultos y por ello perfectamente inmunes a la autocrítica, son gente por talante mucho más cercana a los aparatchiks de los regímenes autoritarios o totalitarios que al político humanista de una sociedad abierta democrática.
Gente poco preparada en general, ve enemigos en todo lo que está fuera de sus pequeños mundos. A esa gente –y no hablo de mi ex periódico, hablo de eso que llaman genéricamente progresismo, tan bien representado por esa tropa de miles de intelectuales que heroicamente defienden al poder contra toda crítica y quieren imponer silencio a la oposición, con esa actitud que nunca se llamó intelectual sino servil, lacayuna, interesada o sencillamente indigna-, le es fundamental un enemigo máximo. Aquí está la clave de esa cohesión forzada bajo mediocres que lleva a una selección en la que los peores siempre tienen las mejores oportunidades de medrar. ¿Quién se podía imaginar al secretario de un partido socialdemócrata europeo centenario como el PSOE en la figura de un personaje como José Blanco?
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