Listas electorales abiertas: ¿por qué no?
SE DECANTABAN los cuatro participantes en el debate del domingo pasado en EL DÍA por seguir con el actual sistema de listas electorales cerradas, argumentando, entre otras cosas, que la sociedad española todavía no está madura para semejante plus de democracia y que, además, eso no incrementaría los actuales niveles de participación en los comicios. Unas opiniones tan válidas como las de cualquier votante que sienta, legislatura tras legislatura, la frustración de tener que dar su voto a quien no le agrada, pero forma parte de la lista del partido político con el que se identifica. Y así nos va a todos, canarios, españoles y hasta a muchos europeos -excepto suizos, luxemburgueses y finlandeses-, soportando a candidatos de relleno, algunos metidos con calzador por sus amigos de las alturas, en contra de la opinión de las propias bases de los partidos.
¿En qué se basan los participantes en el citado debate para afirmar que el pueblo español es todavía menor de edad y no está preparado para las listas abiertas? Eso nos suena a los tiempos del Caudillo, cuando se decía que los españoles aún no estaban capacitados para elegir a sus representantes. A los suyos, a los del pueblo, no a los impuestos en listas cerradas por los partidos.
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