Velarde Fuertes, apostilla a Carlos Rodríguez Braun en su artículo "sueldos inmorales", y pretendiendo dar respuesta a la pregunta ¿Por qué los empresarios pueden obtener cantidades prácticamente ilimitadas, en relación con el resto de los ingresos que perciben los otros componentes de la empresa? echa mano del argumentario de Von Thünen.
Merece reproducirse para conocimiento de todos los que andan alzando la bandera de los sueldos «inmorales», de los beneficios «obscenos», de «escalas salariales absolutamente escandalosas».
Thünen dijo para siempre lo que sigue: «Parece a primera vista que el empresario, por la ordenación y dirección de los negocios en una industria así como por la inspección de los obreros allí empleados, sólo le corresponde una remuneración igual al sueldo que un administrador, un contable o un inspector recibiría de aquél por estos trabajos y cuidados. Pero las prestaciones del empresario que trabaja por cuenta propia y las del empleado a sueldo son muy distintas, aunque ambos posean las mismas aptitudes y conocimientos. En las épocas en que los cambios de coyuntura ocasionan grandes pérdidas en los negocios y tanto el patrimonio como el honor del empresario se hallan en juego, su espíritu está dominado por una sola idea: ¿cómo evitar la desgracia? Y el sueño huye de su lecho. Muy diferente es el caso del empleado a sueldo. Cuando éste ha trabajado honradamente durante el día, y a la noche, vuelve cansado a su casa, duerme tranquilo con la conciencia del deber cumplido. Pero las noches de insomnio del empresario no son improductivas. En ellas concibe planes y encuentra ideas para evitar su desgracia, que al administrador asalariado, por muy seriamente que trate de cumplir con su deber, le quedarán, sin embargo, ocultas, porque únicamente surgen cuando todas las fuerzas espirituales alcanzan la máxima tensión dirigidas hacia un solo punto».
Esa tensión es la que hace, precisamente, avanzar el proceso económico.
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