"Mucha gente se alegra de que la burbuja inmobiliaria reventara hace unos meses. Hay quien se retuerce de gusto contemplando como cierran pequeñas agencias inmobiliarias franquiciadas. Es lógico que, después de asistir atónitos a la escalada nepalí del precio de la vivienda y de los excesos especulativos de los últimos 13 años, una tímida sonrisa se dibuje en la cara de muchos. Sin embargo, menos risas y más llorar. ¡Que mal lo vamos a pasar! A nadie beneficia el escenario de desaceleración contundente que se avecina. Nuestro sistema económico no está vacunado para afrontar de forma indolora una fractura productiva en el sector inmobiliario, tal y como un todavía escaso número de indicadores están reflejando sin pudor.
Algunos economistas llevamos más de un año advirtiéndolo. Primero anunciábamos el pinchazo de la burbuja y pocos nos creyeron. A las advertencias de sobreoferta la respuesta fue que los inmigrantes y los inversores se quedarían los pisos sobrantes y por eso se vendían rápidamente. Cuando los datos reflejan que se vende un 90% menos (que es como decir no se vende nada) los inversores y los inmigrantes no aparecen por ningún sitio. Los primeros por falta de recorrido especulativo y los segundos porque nadie les da un crédito por culpa de los nuevos tipos de interés. Desde hace meses, un grupo de analistas económicos catalogados de agoreros hemos ido advirtiendo de que los pisos bajarían de precio. Y ya bajan, prueben y hagan ofertas a la baja sobre los pisos en venta. Es un buen momento para comprar. Conozco patrimonialistas que están frotándose las manos, coleccionando anuncios y dejando pasar el tiempo para que los desesperados rebajen el precio de venta a niveles ridículos.
La crítica que más me desconcierta es la que me alinea con las tesis del Partido Popular. También acojona la que me sitúa fumando porros y rompiendo cristales con algún grupo antisistema. Ni uno ni lo otro. Los primeros se apuntan ahora al carro de la crisis económica sin recordar su imprescindible participación en el crimen. Los segundos a su rollo. La verdad es que lo que digan, me preocupa lo justo, leo comentarios y aprendo, recojo enlaces y los investigo, y de momento, atendiendo a datos de econometría aplicada, nada indica que me equivoque.
La economía española está bien asentada, pero deficientemente cimentada. El consumo está descendiendo pero aun es muy robusto, lo que anestesia los niveles de recelo. Pero se acaba el tiempo. Tenemos hasta finales de 2007 o talvez hasta las “ansiadas” elecciones, disponemos de medio año como máximo para restablecer la normalidad crediticia porque sino las promotoras van a vivir el peor de los escenarios previstos. La cadena de situaciones de crisis en el sector empresarial impactará en las entidades bancarias. Éstas congelarán las operaciones hipotecarias generando una interrupción en la refinanciación de las deudas y frenarán un consumo que acabará por contagiarse de la inestabilidad global. El resultado se traducirá en un crecimiento mucho menor al que vaticina el gobierno. Mientras que el ministro Caldera, en un ejercicio de indigencia intelectual punible, se ríe de los datos que aportan todos los medios económicos del mundo y reza a san Pancracio para que los porcentajes más catastróficos no sean visibles hasta pasada la primavera, sigue promocionando el Dorado laboral que supone ser España. Pues no. España crecerá por debajo del 2% el año que viene y el dinamismo del mercado de trabajo se perderá definitivamente.
Hay quien se retuerce de gusto ante la Apocalipsis inmobiliaria pero el cataclismo no va a ser sectorial por desgracia. Una economía como la española está interconectada. Un desajuste radical y rápido produce un temblor general. Además este país ha basado su crecimiento en dos factores: el consumo inmobiliario a costa de un dinero muy barato y en la obra pública financiada con los fondos de cohesión. El primero dato aporta un 1,5% al PIB, el segundo un 0.9%. Es decir, entre un 1,9 y un 2,4%, del 3,3% de crecimiento de nuestra economía actual, dejará de existir inminentemente. Además, por cierto, tengo datos de que algunas empresas europeas están pendientes de que las españolas se tambaleen. Será momento de devorarlas. De momento por obligación de confidencialidad no puedo dar nombres, pero, manténgase a la escucha."
Pep Vilar entrevista a Marc Vidal
No hay comentarios:
Publicar un comentario