"Si cumplimos nuestros deseos, se cae la sociedad de consumo"
El sociólogo polaco define y critica la modernización compulsiva. Y dijo que nuestra sociedad está basada en la insatisfacción de los deseos.[vía Clarín]
Bauman fue entrevistado ayer ante el público argentino, que llenaba la sala.
De cara a la cámara que lo enfocaba desde Leeds, en Inglaterra, el sociólogo polaco Zygmunt Bauman esperaba pacientemente que el público argentino se acomodara en el Espacio Fundación Telefónica para iniciar la videoconferencia promovida por editorial Paidós y el Instituto Gino Germani. El motivo del encuentro fue la reciente publicación en español de su último libro, Vida líquida. No obstante, las preguntas de la docente y periodista Ivana Costa fueron mucho más allá, para indagar los comienzos intelectuales de Bauman en la destruida Polonia de la posguerra, su relación con el marxismo, la función de la sociología en la vida cotidiana y la acechanza del deseo en la actual sociedad de consumo.
Bauman recordó sus años en la Universidad de Varsovia y la influencia que tuvo en él y sus colegas el pensamiento de Antonio Gramsci, para quien la sociedad debe ser entendida como una totalidad que exige una constante reinterpretación y que da lugar al pensamiento crítico. Por eso Bauman no podía adherir al "marxismo institucionalizado" al que definió como "una variante que no necesitaba que uno leyera las obras de Marx, pues sólo bastaba con leer el Pravda".
El autor afirma que podemos hablar de dos comprensiones de la sociología, la "gerencial", que alimenta a las burocracias y cuyo fin es el de dirigir conductas, y otra basada en el diálogo y en un proceso de enseñanza y aprendizaje. "Para mí, la sociología sólo tiene sentido si le habla al hombre común, si le da pautas para entender lo que le pasa y para descubrir los resortes que conectan sus acciones y los resultados de las mismas con las de los demás".
Bauman ha definido antes su "modernidad líquida" como "la modernidad entendida como modernización obsesiva y compulsiva sin finalidad. La modernidad sólida mantenía la ilusión de que la modernización traería una solución permanente a los problemas. Pero hoy, en la modernidad líquida, seguimos modernizando sin parar, 'hasta nuevo aviso'".
Así, durante la videoconferencia, el autor explicó: "Salvo en los países con resabios de regímenes comunistas, el resto del mundo está sujeto a presiones globalizadoras que sientan las bases de la liquidez: todo es más puntual, más fácil de deshacer y recomponer. Esto fragiliza la existencia y vuelve todo más endeble". Para Bauman, la humanidad transita actualmente una fase de la modernidad cuyo rasgo primordial es la disolución de los "sólidos", desde el espacio público hasta el sentido de las identidades. En este contexto, somos consumidores en una sociedad que funciona a partir de la promesa recurrente de la satisfacción de nuestros deseos. "Pero si así fuera", dice Bauman, "si nuestros deseos se vieran satisfechos, la sociedad de consumo y la economía capitalista se vendrían abajo".
Bauman grafica su manera de enfocar su último trabajo como la de "una persona que ingresa a una habitación que ya conoce, pero desde otras puertas". Así, "uso perspectivas del amor, las relaciones, el temor y las ansiedades, que todos sentimos, pero cuyas causas son difusas". Afirma el autor que sería interesante que fuéramos capaces de capitalizar dichas ansiedades, pues son otros los que las manejan por nosotros, con fines políticos o con fines económicos. Tal vez ésa sea una de las claves para comenzar a desacelerar el flujo de esta vida líquida, que Bauman define en su libro como "una versión siniestra de un juego de las sillas, que se juega en serio".
También artículo de Enrique Lynch en Revista Ñ, vía Clarín.com
El sociólogo polaco define y critica la modernización compulsiva. Y dijo que nuestra sociedad está basada en la insatisfacción de los deseos.[vía Clarín]
Bauman fue entrevistado ayer ante el público argentino, que llenaba la sala.
De cara a la cámara que lo enfocaba desde Leeds, en Inglaterra, el sociólogo polaco Zygmunt Bauman esperaba pacientemente que el público argentino se acomodara en el Espacio Fundación Telefónica para iniciar la videoconferencia promovida por editorial Paidós y el Instituto Gino Germani. El motivo del encuentro fue la reciente publicación en español de su último libro, Vida líquida. No obstante, las preguntas de la docente y periodista Ivana Costa fueron mucho más allá, para indagar los comienzos intelectuales de Bauman en la destruida Polonia de la posguerra, su relación con el marxismo, la función de la sociología en la vida cotidiana y la acechanza del deseo en la actual sociedad de consumo.
Bauman recordó sus años en la Universidad de Varsovia y la influencia que tuvo en él y sus colegas el pensamiento de Antonio Gramsci, para quien la sociedad debe ser entendida como una totalidad que exige una constante reinterpretación y que da lugar al pensamiento crítico. Por eso Bauman no podía adherir al "marxismo institucionalizado" al que definió como "una variante que no necesitaba que uno leyera las obras de Marx, pues sólo bastaba con leer el Pravda".
El autor afirma que podemos hablar de dos comprensiones de la sociología, la "gerencial", que alimenta a las burocracias y cuyo fin es el de dirigir conductas, y otra basada en el diálogo y en un proceso de enseñanza y aprendizaje. "Para mí, la sociología sólo tiene sentido si le habla al hombre común, si le da pautas para entender lo que le pasa y para descubrir los resortes que conectan sus acciones y los resultados de las mismas con las de los demás".
Bauman ha definido antes su "modernidad líquida" como "la modernidad entendida como modernización obsesiva y compulsiva sin finalidad. La modernidad sólida mantenía la ilusión de que la modernización traería una solución permanente a los problemas. Pero hoy, en la modernidad líquida, seguimos modernizando sin parar, 'hasta nuevo aviso'".
Así, durante la videoconferencia, el autor explicó: "Salvo en los países con resabios de regímenes comunistas, el resto del mundo está sujeto a presiones globalizadoras que sientan las bases de la liquidez: todo es más puntual, más fácil de deshacer y recomponer. Esto fragiliza la existencia y vuelve todo más endeble". Para Bauman, la humanidad transita actualmente una fase de la modernidad cuyo rasgo primordial es la disolución de los "sólidos", desde el espacio público hasta el sentido de las identidades. En este contexto, somos consumidores en una sociedad que funciona a partir de la promesa recurrente de la satisfacción de nuestros deseos. "Pero si así fuera", dice Bauman, "si nuestros deseos se vieran satisfechos, la sociedad de consumo y la economía capitalista se vendrían abajo".
Bauman grafica su manera de enfocar su último trabajo como la de "una persona que ingresa a una habitación que ya conoce, pero desde otras puertas". Así, "uso perspectivas del amor, las relaciones, el temor y las ansiedades, que todos sentimos, pero cuyas causas son difusas". Afirma el autor que sería interesante que fuéramos capaces de capitalizar dichas ansiedades, pues son otros los que las manejan por nosotros, con fines políticos o con fines económicos. Tal vez ésa sea una de las claves para comenzar a desacelerar el flujo de esta vida líquida, que Bauman define en su libro como "una versión siniestra de un juego de las sillas, que se juega en serio".
También artículo de Enrique Lynch en Revista Ñ, vía Clarín.com
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