La tendencia balcanizadora del régimen autonómico lleva camino de convertir a España en un régimen confederal, único a decir verdad en el mundo. Algunos de los diecisiete "estados" que lo componen se muestran ya prestos a asumir poderes soberanos valiéndose de los más variados subterfugios, incluso a reclamar la independencia si las oligarquías que controlan los aparatos políticos regionales estiman que esa salida puede convenir a sus intereses, al tiempo que empiezan a ver al Estado español como si fuera un simple club residual en cuyo marco los entes autonómicos se reunen como las naciones el mundo en la ONU. Viendo las consecuencias de tal sistema, los paises del entorno donde se han hecho propuestas de tipo autonómico, como Francia e Italia, han sido lo bastante cautos como para rechazarlas, y aquellos otros donde está vigente un Estado federal parecido al autonómico, como Suiza y Alemania, se han apresurado a recortar todo lo posible las competencias de los länder y cantones. Y así nos encontramos con que, mientras la Europa más avanzada trata de quitarse la herrumbrosa armadura del feudalismo, o de no verse en el trance de ponérsela de nuevo, España, que había llegado al último tercio del siglo XX libre de ese pesado lastre, se empeña en volver a encasquetarse una armadura de la familia del yelmo de Mambrino, sólo que más letal, pues la condenará a ser un país sin entidad ni capacidad de influir, un juguete en manos de Francia o de Alemania o de cualquier otra nación de potencia mediana, sin que se pueda excluir a Marruecos. Fruto, al fin, podrido de las evoluciones más reaccionarias del carlismo fuerista, el romanticismo germano y el caciquismo de la España Negra, el autonomismo es el bonito nombre que se le ha dado a la enfermedad inoculada a nuestro común organismo político a través de una Constitución por otros conceptos muy estimable.
El autonomismo ha reemplazado el centralismo estatal (genéricamente, Madrid) por un centralismo regional (Sevilla, Barcelona, Vitoria, Zaragoza, Santiago, Oviedo, etc.) más despótico, arbitrario, ineficaz y corrupto que el anterior. Los casos de Cataluña, el País Vasco y Andalucía son modélicos al respecto. El "oasis" catalán ha resultado ser una ciénaga; la "identidad" vasca, fanatismo rayano en la psicología y a menudo incurso en el crimen; la "realidad nacional" andaluza, folclore barato, caciquismo a espuertas y logomaquia de feria. Resulta no sé si patético o divertido ver cómo en esas regiones la presión centralista-burocrática de sus respectivos centros (Barcelona, Vitoria y Sevilla) es hoy mucho mayor que la de Madrid en los tiempos e la Dictadura, con el agravante de que si entonces el centro quedaba lejos, ahora lo tienen a la vuelta de la esquina y con presidentes regonales que, como el anterior de la Generalidad catalana, se dedica ha hacer listas negras, con los nombres de los ciudadanos a los que se debe dar escarmiento. El reciente Estatuto de Cataluña ha conseguido la proeza de transplantar una glándula burocrática adonde estaba el corazón de Barcelona hambrienta de fiscalizarlo y devorarlo todo, que acabará provocando en el Principado una apoplejía fulminante y en el resto de España el peligro de sufrir una patología parecida. Cuando se ve de forma cada vez más clara como se ha pasado de la dictadura franquista a las dictaduras de proximidad en que se han convertido o llevan camino de convertirse los gobiernos autonómicos uno piensa con razón que para ese vaje no necesitábamos alforjas.
Noticias que guardan relación con este texto:
Como Seismo suicida
Al tripartito le une las moquetas y las secretarias
Las dos propuestas sobre autodeterminación no prosperarán: ni CiU votará la de ERC, ni ERC la de CiU
El autonomismo ha reemplazado el centralismo estatal (genéricamente, Madrid) por un centralismo regional (Sevilla, Barcelona, Vitoria, Zaragoza, Santiago, Oviedo, etc.) más despótico, arbitrario, ineficaz y corrupto que el anterior. Los casos de Cataluña, el País Vasco y Andalucía son modélicos al respecto. El "oasis" catalán ha resultado ser una ciénaga; la "identidad" vasca, fanatismo rayano en la psicología y a menudo incurso en el crimen; la "realidad nacional" andaluza, folclore barato, caciquismo a espuertas y logomaquia de feria. Resulta no sé si patético o divertido ver cómo en esas regiones la presión centralista-burocrática de sus respectivos centros (Barcelona, Vitoria y Sevilla) es hoy mucho mayor que la de Madrid en los tiempos e la Dictadura, con el agravante de que si entonces el centro quedaba lejos, ahora lo tienen a la vuelta de la esquina y con presidentes regonales que, como el anterior de la Generalidad catalana, se dedica ha hacer listas negras, con los nombres de los ciudadanos a los que se debe dar escarmiento. El reciente Estatuto de Cataluña ha conseguido la proeza de transplantar una glándula burocrática adonde estaba el corazón de Barcelona hambrienta de fiscalizarlo y devorarlo todo, que acabará provocando en el Principado una apoplejía fulminante y en el resto de España el peligro de sufrir una patología parecida. Cuando se ve de forma cada vez más clara como se ha pasado de la dictadura franquista a las dictaduras de proximidad en que se han convertido o llevan camino de convertirse los gobiernos autonómicos uno piensa con razón que para ese vaje no necesitábamos alforjas.
Noticias que guardan relación con este texto:
Como Seismo suicida
Al tripartito le une las moquetas y las secretarias
Las dos propuestas sobre autodeterminación no prosperarán: ni CiU votará la de ERC, ni ERC la de CiU
No hay comentarios:
Publicar un comentario