"En el verano de 2003, cuando le faltaban siete meses para las elecciones generales que lo llevaron al poder, Rodríguez Zapatero dijo que se aliaría con el diablo para desalojar del Gobierno al Partido Popular.
Aunque no usó exactamente esas palabras, tal fue la idea. La expresó en El Escorial, en el curso sobre “Las consecuencias sociales de la globalización” dirigido por el sabio politólogo polaco, Zygmunt Bauman.
El creador de nuevas teorías sobre socialismo y globalización se escandalizó cuando Zapatero dijo que para desalojar a la derecha era válido el apoyo de cualquier grupo, cual fuera su ideario, aunque hubiera que pagar un alto precio por ello.
Bauman le advirtió que eso llevaba a una radicalización incontrolable. Apoyarse en quienes quieren destruir el sistema hace inviable el Estado a medio plazo.
Zapatero no escuchó al anciano. Ganó las elecciones y se alió con quienes fueran anti-PP, incluyendo a estalinistas, fidelistas, secesionistas y defensores racistas de pequeñas patrias y tradiciones.
En cuanto a cómo resolver el problema de ETA, antes de llegar al poder y mientras verbalmente apoyada la lucha antiterrorista, tenía ya a importantes socialistas vascos dialogando con Batasuna y, quizás, con ETA.
Como hace política según las encuestas –su democracia deliberativa--, ZP creyó saber que los españoles estaban tan cansados del terrorismo que negociarían incluso la casi independencia del País Vasco adornándola con promesas de paz.
Preveía un arreglo fácil y pacífico, con cesiones lentas y medidas para que los españoles fueran acostumbrándose a la nueva situación.
Pero, o encuestas o españoles, fallaron. Consecuencia: ruptura del consenso constitucional, desigualdad de los ciudadanos según su origen y despertar de la ultraderecha, hasta entonces aletargada.
La gente no es como creía ZP, y para su desconcierto, parte de ella está rebelándose".
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