clipped from votoenblanco.com
Los diputados y senadores, por ejemplo, no sólo no pueden defender los intereses de sus representados como les dicten la conciencia y la razón, ni expresar libremente lo que piensan sin obtener antes el permiso de los jefes de sus respectivos grupos políticos, sino que tampoco pueden votar como les dicta la conciencia. Si algún día lo hacen y lo que dicen o votan no coincide con lo que dictan las elites partidistas, sus carreras políticas quedan fulminantemente abortadas.
Y antes que perder el lujo, los privilegios y los altos sueldos, antes que tener que regresar a las antiguas profesiones, como cualquier otro ciudadano, hacen cualquier cosa por mantenerse en la cúspide, incluso aceptar la esclavitud política como un mal inevitable.
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