
Que un grupo de ciudadanos, cuando tienen la oportunidad de preguntar al presidente del Gobierno, le lleven los asuntos que le llevaron indica que existe un divorcio de sensibilidades. Casi nada de lo que preguntaron, y que es su forma de vivir y de sentir, es tratado de forma habitual en las instituciones. Ninguno de esos asuntos ocupa las preguntas de la oposición en las sesiones de control en el Congreso y el Senado. Casi nunca son materia informativa de portada en los diarios. Eso justifica lo que tantas veces se denuncia: el alejamiento de la política oficial de la calle, el desinterés de los ciudadanos por los asuntos de la gobernación y, al final, el poco aprecio popular hacia las instituciones.

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