
CABE APLAUDIR las iniciativas legislativas de igualdad de género impulsadas por el presidente José Luis Rodríguez Zapatero, entre otras, la de garantizar una importante presencia femenina en las listas electorales. No obstante, después de 30 años, parecería razonable introducir también otro tipo de cambios con el objetivo de incentivar la participación electoral y de fomentar una nueva cultura política en la cual los cargos públicos electos lo sean de sus electores y vecinos por encima de sus respectivos partidos. Esto es, abrir y desbloquear las listas, fijar la limitación de mandatos, obligar a presentar la declaración de patrimonio antes y después de acceder al cargo y reducir a uno (en vez de dos) la representación mínima inicial de cada circunscripción electoral. Y si alguna vez conseguimos reformar la Constitución para convertir el Senado en una verdadera Cámara territorial, podríamos aprovechar la ocasión para sustituir las provincias por las Comunidades Autónomas como circunscripciones electorales.

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