"Lo que más me preocupa es el atontamiento, el embrutecimiento del pueblo. Lo que estamos discutiendo son bobadas… Hay espacio para un partido laico, liberal, europeo y español. Solo una nueva fuerza semejante podría hacer reflexionar… no todas las opiniones son dignas de respeto. Unas son verdaderas, otras son falsas. Las personas pueden ser dignas de respeto pero sus opiniones deben someterse a discusión…”
Lo comenta Fernando Savater en entrevista concedida a Gazeta Wiborcza, vía radical.es
Maciej Stasiński: Durante muchos años la derecha y la izquierda españolas se turnaban en el poder, pero el Gobierno y la oposición siempre estaban unidas en torno a principales objetivos nacionales. Hoy España está dividida en dos grupos enemigos que están combatiendo con una ferocidad que no se había visto en este país desde décadas. ¿Qué ha pasado?
Fernando Savater: Desgraciadamente es así y lo lamento. El motivo indirecto de ello fueron los atentados perpetrados por terroristas islámicos en Madrid el 11 de marzo de 2004, en vísperas de las elecciones. La reacción a estos atentados –el acto de terrorismo más grande en Europa después de la Segunda Guerra Mundial– fue una falta absoluta de unidad. En vez de unirse, el país se dividió. El Gobierno de derechas de José María Aznar no consultó inmediatamente a la oposición cómo afrontar la tragedia juntos y después, durante dos días, siguió empeñado en que el atentado había sido perpetrado por ETA. Al principio todos pensaban así, pero el Gobierno siguió rechazando otras posibilidades durante más tiempo. Mientras, la otra mitad del país –la oposición socialista– atribuyó la responsabilidad por el atentado a los gobernantes actuando con mala voluntad y desfachatez para derrumbar al Gobierno. Éstas fueron las 72 horas lóbregas que sembraron una profunda enemistad.
La otra razón que profundiza esta ruptura es la enfermedad que acecha a la España moderna: los nacionalismos separatistas, sobre todo el vasco y el catalán. El nacionalismo, la fuerza más reaccionaria que frustraba el progreso y las libertades cívicas, siempre hacía fracasar las posibilidades de instalar una democracia liberal en España. En los tiempos de la transición democrática todos pensamos que ese problema había sido resuelto otorgando a las regiones amplias libertades autonómicas, a veces exageradas pero comprensibles tras los años del régimen franquista, que igualaba y unificaba todo.
Desgraciadamente, no fue así. Con los años los nacionalismos periféricos iban alimentándose no con el cultivo de su identidad sino con la lucha contra un fantasma que ellos mismos crearon de manera artificial: España y el centralismo. Los nacionalismos odian a España que supuestamente es la fuente de la opresión y de todo el mal.
***
P: ¿Habrá una nueva rebelión de las masas a través de Internet?
R: Tal vez. Como filósofo y pedagogo me intereso por el tema de la verdad. En la época postmodernista se considera que la verdad no existe, que sólo es cuestión de un acuerdo o un compromiso.
El dogma repetido incansablemente dice: todas las opiniones son respetables. Esto me preocupa mucho. Porque no todas las opiniones son dignas de respeto. Unas son verdaderas, otras son falsas. Las personas pueden ser dignas de respeto pero sus opiniones deben someterse a discusión. Desgraciadamente, hoy en día cada crítica o discusión es considerada como muestra de desdén y falta de respeto.
El breve libro de Harry Frankfurt, titulado On Bullshit habla del predominio común de la bobada y las chorradas, cosas peores que una mentira. Porque el mentiroso se esfuerza para que su interlocutor le crea. En cambio, a los que dicen chorradas esto no les importa en absoluto. Nada importa, ni la verdad, ni la mentira, uno dice lo que en un momento preciso le complace o le sirve de algo. Por eso los medios de comunicación e Internet están llenos de bobadas. Así son estos tiempos postmodernistas.
(Maciej Stasinski, Gazeta Wiborcza, 2-VII-06)
Maciej Stasiński: Durante muchos años la derecha y la izquierda españolas se turnaban en el poder, pero el Gobierno y la oposición siempre estaban unidas en torno a principales objetivos nacionales. Hoy España está dividida en dos grupos enemigos que están combatiendo con una ferocidad que no se había visto en este país desde décadas. ¿Qué ha pasado?
Fernando Savater: Desgraciadamente es así y lo lamento. El motivo indirecto de ello fueron los atentados perpetrados por terroristas islámicos en Madrid el 11 de marzo de 2004, en vísperas de las elecciones. La reacción a estos atentados –el acto de terrorismo más grande en Europa después de la Segunda Guerra Mundial– fue una falta absoluta de unidad. En vez de unirse, el país se dividió. El Gobierno de derechas de José María Aznar no consultó inmediatamente a la oposición cómo afrontar la tragedia juntos y después, durante dos días, siguió empeñado en que el atentado había sido perpetrado por ETA. Al principio todos pensaban así, pero el Gobierno siguió rechazando otras posibilidades durante más tiempo. Mientras, la otra mitad del país –la oposición socialista– atribuyó la responsabilidad por el atentado a los gobernantes actuando con mala voluntad y desfachatez para derrumbar al Gobierno. Éstas fueron las 72 horas lóbregas que sembraron una profunda enemistad.
La otra razón que profundiza esta ruptura es la enfermedad que acecha a la España moderna: los nacionalismos separatistas, sobre todo el vasco y el catalán. El nacionalismo, la fuerza más reaccionaria que frustraba el progreso y las libertades cívicas, siempre hacía fracasar las posibilidades de instalar una democracia liberal en España. En los tiempos de la transición democrática todos pensamos que ese problema había sido resuelto otorgando a las regiones amplias libertades autonómicas, a veces exageradas pero comprensibles tras los años del régimen franquista, que igualaba y unificaba todo.
Desgraciadamente, no fue así. Con los años los nacionalismos periféricos iban alimentándose no con el cultivo de su identidad sino con la lucha contra un fantasma que ellos mismos crearon de manera artificial: España y el centralismo. Los nacionalismos odian a España que supuestamente es la fuente de la opresión y de todo el mal.
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P: ¿Habrá una nueva rebelión de las masas a través de Internet?
R: Tal vez. Como filósofo y pedagogo me intereso por el tema de la verdad. En la época postmodernista se considera que la verdad no existe, que sólo es cuestión de un acuerdo o un compromiso.
El dogma repetido incansablemente dice: todas las opiniones son respetables. Esto me preocupa mucho. Porque no todas las opiniones son dignas de respeto. Unas son verdaderas, otras son falsas. Las personas pueden ser dignas de respeto pero sus opiniones deben someterse a discusión. Desgraciadamente, hoy en día cada crítica o discusión es considerada como muestra de desdén y falta de respeto.
El breve libro de Harry Frankfurt, titulado On Bullshit habla del predominio común de la bobada y las chorradas, cosas peores que una mentira. Porque el mentiroso se esfuerza para que su interlocutor le crea. En cambio, a los que dicen chorradas esto no les importa en absoluto. Nada importa, ni la verdad, ni la mentira, uno dice lo que en un momento preciso le complace o le sirve de algo. Por eso los medios de comunicación e Internet están llenos de bobadas. Así son estos tiempos postmodernistas.
(Maciej Stasinski, Gazeta Wiborcza, 2-VII-06)
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