En Octubre de 1976 salía el primer número de NEGACIONES una revista crítica con formato de libro y periodicidad mensual, de izquierdas, progresista y hasta marxista. Estaba coeditada por Editorial Ayuso y Fernando Ariel del Val, que también era director. No recuerdo cuantos números llegó a editar.
El marxismo de los progres de aquellos días, y de las sucesivas hornadas, se vendió en distintas rebajas en la Feria de la vida; también unos cuantos supuestos valores, y quizás también vendieron a sus padres por mor de una buena colocación política. Enseguida advino nuestra democracia, y la época del sillón y la poltrona.
Yo era universitario, tenía 19 años. Hacía apenas un año que había muerto Franco. Después de 30 años he encontrado los dos primeros números de la revista en casa de mis padres, y aunque el papel amarillea hasta el ocre algunas ideas no han muerto ni pierden vigor.
Así en la presentación se escribía:
“En nuestra situación una revista no es sino un instrumento para abordar críticamente algunos de los problemas que la sociedad y la teoría, que desde ella se construye, provocan en nosotros. Este instrumento resulta todo lo liviano que pueda ser la crítica que se apoya en observaciones y razonamientos que no coinciden con los impuestos desde el poder, y su única fuerza radicaría, de tener alguna, en ser capaz de percibir lo que, aún velado, no por eso deja de estar menos presente. Y, puesto que toda la realidad no es lo real, ni el factum, lo que importa ahora – tras tanta ramplona, petulante y cínica positividad, desde la del estraperlista a la del tecnócrata, pasando por las distintas ideologías científicas, que eso y otras cosas justifican- es un trozo esencial de la realidad que consiste en la concreta negación de lo real.
Sabemos que la mirada sobre las cosas, y en esto parece haber acuerdo, no es nunca neutral, ni ética, ni teórica, y no digamos políticamente, sino que parte llena de presupuestos. La mirada es teoría, es ideología y surge en un campo determinado de antemano por el interés. Nuestra mirada como cualquier otra, está impregnada de la cosa en que crece, y arranca de lo que nos rodea. Por eso, partiendo de la reflexión sobre la historia y la sociedad en que nos movemos, trataremos de encontrar la perspectiva concreta desde la cual trabajar, y este trabajo solo será válido en la medida en que resuma e integre teóricamente aquellas opciones que, de un modo u otro, pretendan superar prácticamente el presente, arrancando de el….”
En este número escribía, entre otros, Fernando Savater*, al que yo entonces empezaba a leer, sus NOTAS PARA LA NEGACION DE LA POLITICA, y entresaco de ellas:
7.3 …o los Parlamentos. En general, puede decirse que toda institución política no se plantea otro objetivo que su mantenimiento y perpetuación. Ninguna institución política puede incluir su propia supresión entre sus fines a corto o largo plazo: las instituciones conocen la enfermedad fatal y utilizan el asesinato, pero ignoran el suicidio. Mantenerse, regularse, autorreproducirse: estos objetivos son prioritarios a todo fin exterior –transcendente a su mismo carácter organizativo- que la institución política inscriba en su blasón, pues pertenecen a la misma esencia de lo estatuido, el carácter primordial de lo que se organiza para estar. Mantenerse, regularse, autorreproducirse.
7.2 Todo lo que se organiza para estar aspira a estar necesariamente. La política es el arte (con aspiraciones de ciencia y con disfraz de vocación o deber) de establecer necesariamente lo necesario, es decir de conquistar, conservar y manejar la plena capacidad de estar, lo que mejor y mas necesariamente puede estar. Poder estar. Poder.
7.1 El poder estar de lo que está: el Estado. Estará quien más pueda: siempre están los poderosos. Y la política como aspiración a dominar ese poder estar, como teoría general del dominio de lo que está sobre lo que se contenta con ser y, por tanto devenir. Dominio de lo que está sobre lo que es.
….1.2 frente a la Muerte necesaria, la libertad. La libertad no es un concepto, sino una cristalización mítica del no saber. Libertad es el derecho a dudar de la necesidad de lo necesario: ser libre es negarme a edificar nada sobre la suposición imperiosa de mi muerte. Contra la concepción popular estoica de la libertad, que la define como comprensión y aceptación de la necesidad (vid. Spinoza o Hegel), la libertad plebeya de negarse a entender la necesidad y de no estar seguros de que sea necesaria.
1.1 Que sepamos con certeza, ningún atajo hacia la libertad pasa necesariamente por la no libertad, por la muerte.
0.2 Los políticos quieren imponer un orden necesario, es decir, un orden transcendente a lo que es, un Poder.
A ellos mismos el Poder, o su justiciero anhelo de Poder, les separa de lo que es, de lo que fluye, y les reifica en un mandarinato de administradores y funcionarios, de gestores del capital-estado. Es siniestramente divertido observar como en todos los grupos supuestamente anticapitalistas, desde el gran partido hasta el grupúsculo de cuatro miembros y siglas irreconocibles, la organización capitaliza de inmediato un poder que reproduce implacablemente el rostro y las fórmulas del Capital-Estado del que se abomina.
0.1 Dice el político: siempre será necesario un orden. Puede ser. Pero si el Orden es necesario, será inmanente y no transcendente a lo ordenado, como hoy es el caso. Vayamos de momento contra los órdenes transcendentes, por ver si termina por salir a la luz ese necesario orden inmanente que hoy nos esquiva.
0.0 Despertad. Despertemos.
Ha pasado el tiempo…. ¿Dónde está la crítica ahora? Quizás en los blogs.
* Fernando Savater tiene escrito en Sobre vivir "Releo frecuentemente con gusto mis opiniones de ayer y me alegro de haberlas sostenido, pero aún me alegro más por ser capaz de tener luego otras, según me dicta mi tiempo y mi tempestad". Recogido por José Sanchez Tortosa en Pensamientos Arriesgados.
El marxismo de los progres de aquellos días, y de las sucesivas hornadas, se vendió en distintas rebajas en la Feria de la vida; también unos cuantos supuestos valores, y quizás también vendieron a sus padres por mor de una buena colocación política. Enseguida advino nuestra democracia, y la época del sillón y la poltrona.
Yo era universitario, tenía 19 años. Hacía apenas un año que había muerto Franco. Después de 30 años he encontrado los dos primeros números de la revista en casa de mis padres, y aunque el papel amarillea hasta el ocre algunas ideas no han muerto ni pierden vigor.
Así en la presentación se escribía:
“En nuestra situación una revista no es sino un instrumento para abordar críticamente algunos de los problemas que la sociedad y la teoría, que desde ella se construye, provocan en nosotros. Este instrumento resulta todo lo liviano que pueda ser la crítica que se apoya en observaciones y razonamientos que no coinciden con los impuestos desde el poder, y su única fuerza radicaría, de tener alguna, en ser capaz de percibir lo que, aún velado, no por eso deja de estar menos presente. Y, puesto que toda la realidad no es lo real, ni el factum, lo que importa ahora – tras tanta ramplona, petulante y cínica positividad, desde la del estraperlista a la del tecnócrata, pasando por las distintas ideologías científicas, que eso y otras cosas justifican- es un trozo esencial de la realidad que consiste en la concreta negación de lo real.
Sabemos que la mirada sobre las cosas, y en esto parece haber acuerdo, no es nunca neutral, ni ética, ni teórica, y no digamos políticamente, sino que parte llena de presupuestos. La mirada es teoría, es ideología y surge en un campo determinado de antemano por el interés. Nuestra mirada como cualquier otra, está impregnada de la cosa en que crece, y arranca de lo que nos rodea. Por eso, partiendo de la reflexión sobre la historia y la sociedad en que nos movemos, trataremos de encontrar la perspectiva concreta desde la cual trabajar, y este trabajo solo será válido en la medida en que resuma e integre teóricamente aquellas opciones que, de un modo u otro, pretendan superar prácticamente el presente, arrancando de el….”
En este número escribía, entre otros, Fernando Savater*, al que yo entonces empezaba a leer, sus NOTAS PARA LA NEGACION DE LA POLITICA, y entresaco de ellas:
7.3 …o los Parlamentos. En general, puede decirse que toda institución política no se plantea otro objetivo que su mantenimiento y perpetuación. Ninguna institución política puede incluir su propia supresión entre sus fines a corto o largo plazo: las instituciones conocen la enfermedad fatal y utilizan el asesinato, pero ignoran el suicidio. Mantenerse, regularse, autorreproducirse: estos objetivos son prioritarios a todo fin exterior –transcendente a su mismo carácter organizativo- que la institución política inscriba en su blasón, pues pertenecen a la misma esencia de lo estatuido, el carácter primordial de lo que se organiza para estar. Mantenerse, regularse, autorreproducirse.
7.2 Todo lo que se organiza para estar aspira a estar necesariamente. La política es el arte (con aspiraciones de ciencia y con disfraz de vocación o deber) de establecer necesariamente lo necesario, es decir de conquistar, conservar y manejar la plena capacidad de estar, lo que mejor y mas necesariamente puede estar. Poder estar. Poder.
7.1 El poder estar de lo que está: el Estado. Estará quien más pueda: siempre están los poderosos. Y la política como aspiración a dominar ese poder estar, como teoría general del dominio de lo que está sobre lo que se contenta con ser y, por tanto devenir. Dominio de lo que está sobre lo que es.
….1.2 frente a la Muerte necesaria, la libertad. La libertad no es un concepto, sino una cristalización mítica del no saber. Libertad es el derecho a dudar de la necesidad de lo necesario: ser libre es negarme a edificar nada sobre la suposición imperiosa de mi muerte. Contra la concepción popular estoica de la libertad, que la define como comprensión y aceptación de la necesidad (vid. Spinoza o Hegel), la libertad plebeya de negarse a entender la necesidad y de no estar seguros de que sea necesaria.
1.1 Que sepamos con certeza, ningún atajo hacia la libertad pasa necesariamente por la no libertad, por la muerte.
0.2 Los políticos quieren imponer un orden necesario, es decir, un orden transcendente a lo que es, un Poder.
A ellos mismos el Poder, o su justiciero anhelo de Poder, les separa de lo que es, de lo que fluye, y les reifica en un mandarinato de administradores y funcionarios, de gestores del capital-estado. Es siniestramente divertido observar como en todos los grupos supuestamente anticapitalistas, desde el gran partido hasta el grupúsculo de cuatro miembros y siglas irreconocibles, la organización capitaliza de inmediato un poder que reproduce implacablemente el rostro y las fórmulas del Capital-Estado del que se abomina.
0.1 Dice el político: siempre será necesario un orden. Puede ser. Pero si el Orden es necesario, será inmanente y no transcendente a lo ordenado, como hoy es el caso. Vayamos de momento contra los órdenes transcendentes, por ver si termina por salir a la luz ese necesario orden inmanente que hoy nos esquiva.
0.0 Despertad. Despertemos.
Ha pasado el tiempo…. ¿Dónde está la crítica ahora? Quizás en los blogs.
* Fernando Savater tiene escrito en Sobre vivir "Releo frecuentemente con gusto mis opiniones de ayer y me alegro de haberlas sostenido, pero aún me alegro más por ser capaz de tener luego otras, según me dicta mi tiempo y mi tempestad". Recogido por José Sanchez Tortosa en Pensamientos Arriesgados.
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