En la previsible tertulia de Angels Barceló en la SER se comenta el obstáculo que supone la AVT para llegar a la "paz" y Eduardo Sotillos no entiende el concepto de rebelión que manejó Agapito Maestre en su intervención, La luz de la víctimas. Aquí dejo una parte:
Todos los presentes sabemos porqué estamos aquí. Todos tenemos razones que justifican nuestra participación en este espacio común. Político. Y, por supuesto, todos hemos venido aquí movidos por un sentimiento, una pasión, una razón, que se llama solidaridad con las víctimas del terrorismo, que no cesan de enseñarnos que una nación es también una unidad colectiva de sufrimientos.Sí, la nación, el Estado democrático, España, tiene, por desgracia, una base de sufrimientos. Pero eso no significa, en modo alguno, que un gobernante pretenda construir un nuevo “Estado” sobre la sangre de los españoles asesinados por el terror. Eso sería una maldad, una perversidad, un crimen de guante blanco. Sin embargo, sobre esta vileza opera el Gobierno de Zapatero. En realidad, son tres iniquidades las ya perpetradas por el Gobierno de la nación. Primera, quieren montar un nuevo Estado sobre el sufrimiento de los españoles. Segunda, exigen silencio a las víctimas. Tercera, niegan el sentido democrático de las víctimas.
A esas tres violencias sólo podemos enfrentarle la fuerza de una rebelión ciudadana, una contestación civil, animada por el pensamiento de lo que quiere decir de verdad vivir libres. Vivir, sí, como victimas que no se han dejado arrebatar su condición ciudadana por los terroristas y que no se la dejarán arrebatar por nadie. Victimas, sí, que no se han resignado a quedar reducidas a objetos de compasión, porque son sujetos políticos. Ciudadanos. Españoles.
Gracias a la iluminación de esos españoles nos rebelamos civilmente contra el Gobierno que negocia con los terroristas sobre el dolor de sus víctimas. La democracia española no se construyó sobre la sangre, aunque ciertamente su capítulo mas trágico es la mucha sangre vertida en ella. Nadie diría que la muerte del ser querido, la pérdida de gentes amigas, la mutilación, el insulto o la amenaza sirviesen a la democracia, ni siquiera para fortalecerla, porque en democracia no sobra ni una sola persona. En todo caso, la democracia siguió a pesar de los crímenes. Pero he aquí que tenemos un Gobierno, el de Zapatero, que se erige sobre el cenagal de un crimen inmenso, imponiendo el silencio que sigue a un acta de defunción.
Por cierto la cobertura de Movistar 3G en Campoó, este fín de semana, es nefasta.
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