"Ted Turner, millonario políticamente incorrecto como pocos, aseguró en 1996 que la lista de las 400 personas más ricas del mundo que periódicamente elabora Forbes estaba corrompiendo a las grandes fortunas.
Según el magnate de la comunicación, los multimillonarios estadounidenses no donaban el dinero adecuado para no bajar puestos en el ránking. Turner soñaba entonces con que compitieran por lo contrario: liderar la lista de los que más dan.
Diez años más tarde, el sueño de Turner, que dio ejemplo donando mil millones de dólares a Naciones Unidas en 1997, se ha cumplido. En los últimos meses, la filantropía está viviendo su época dorada, con una cascada de donaciones protagonizadas por personajes cuyo rostro benéfico empieza a adquirir mayor peso que el empresarial. Bill Gates, Warren Buffet o Klaus Jacobs son buenos y recientes ejemplos de ello.
Sin embargo, esta escalada filantrópica viene acompañada por una concepción corregida de la obra benéfica. Ya no se habla de caridad, sino de inversión social; la acción social no se financia con fundaciones, sino con fondos de capital riesgo; el concepto ‘beneficio’ no se desprecia, sino que se potencia... La frontera separadora entre filantropía y negocio está cada vez más borrosa".
Según el magnate de la comunicación, los multimillonarios estadounidenses no donaban el dinero adecuado para no bajar puestos en el ránking. Turner soñaba entonces con que compitieran por lo contrario: liderar la lista de los que más dan.
Diez años más tarde, el sueño de Turner, que dio ejemplo donando mil millones de dólares a Naciones Unidas en 1997, se ha cumplido. En los últimos meses, la filantropía está viviendo su época dorada, con una cascada de donaciones protagonizadas por personajes cuyo rostro benéfico empieza a adquirir mayor peso que el empresarial. Bill Gates, Warren Buffet o Klaus Jacobs son buenos y recientes ejemplos de ello.
Sin embargo, esta escalada filantrópica viene acompañada por una concepción corregida de la obra benéfica. Ya no se habla de caridad, sino de inversión social; la acción social no se financia con fundaciones, sino con fondos de capital riesgo; el concepto ‘beneficio’ no se desprecia, sino que se potencia... La frontera separadora entre filantropía y negocio está cada vez más borrosa".
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