Pancarta colocada por Antonio García-Trevijano en la verja de su domicilio en Pozuelo. ¡Enhorabuena por la iniciativa -ABSTENCION ACTIVA- y por el cartel! Les remito a su más reciente, y lúcido, post Horizonte Electoral. No se pierdan los comentarios.
"Los vientos en sí mismos no se ven, aunque manifiestos están para nosotros los efectos que producen y los sentimos cuando nos llegan." Con estas palabras Jenofonte atribuye a Sócrates la utilización del viento como metáfora de la actividad de pensar, a lo que añade que, en opinión de Anito, Licón y Melito, el viento del pensamiento es causa de desorden en la ciudad, pues cuando éste se levanta arrastra consigo todos los signos establecidos en los que los ciudadanos se apoyan habitualmente para orientarse. Cabría considerar que la acusación tiene algún fundamento, pues la actividad de pensar se manifiesta y cristaliza en conceptos, en el lenguaje, y es sabido que el viento del pensamiento se vuelve en contra de sus anteriores manifestaciones, destruyendo de este modo la solidez de algunos conceptos que se habían mostrado eficaces para orientarnos en el mundo y para hacer inteligibles nuestras acciones, para producir sentido.
Lo escribe Fina Birulés en la Introducción a UNA HERENCIA SIN TESTAMENTO: HANNAH ARENDT Herder Editorial, Barcelona, 2007
"Los vientos en sí mismos no se ven, aunque manifiestos están para nosotros los efectos que producen y los sentimos cuando nos llegan." Con estas palabras Jenofonte atribuye a Sócrates la utilización del viento como metáfora de la actividad de pensar, a lo que añade que, en opinión de Anito, Licón y Melito, el viento del pensamiento es causa de desorden en la ciudad, pues cuando éste se levanta arrastra consigo todos los signos establecidos en los que los ciudadanos se apoyan habitualmente para orientarse. Cabría considerar que la acusación tiene algún fundamento, pues la actividad de pensar se manifiesta y cristaliza en conceptos, en el lenguaje, y es sabido que el viento del pensamiento se vuelve en contra de sus anteriores manifestaciones, destruyendo de este modo la solidez de algunos conceptos que se habían mostrado eficaces para orientarnos en el mundo y para hacer inteligibles nuestras acciones, para producir sentido.
Lo escribe Fina Birulés en la Introducción a UNA HERENCIA SIN TESTAMENTO: HANNAH ARENDT Herder Editorial, Barcelona, 2007
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