¿Qué se supone que hará este rescate? ¿Servirá para lo que se propone? ¿Qué deberíamos hacer, si no? Hablemos
Primero, un análisis en cápsula de la crisis.
1) Todo empezó con el estallido de la burbuja inmobiliaria. Eso llevó a un drástico incremento de las tasas de morosidad y ejecución hipotecaria, lo que a su vez condujo a enormes pérdidas en lo títulos hipotecariamente respaldados.
2) Las pérdidas en esos títulos, a su vez, dejaron al sistema financiero subcapitalizado; tanto más, cuanto que los niveles de apalancamiento antes considerados aceptables ya no lo son.
3) El sistema financiero, en sus esfuerzos de desapalancamiento, está contrayendo el crédito, lo que pone presión sobre cualquiera que dependa del crédito.
4) Hay también, hasta cierto punto, un círculo vicioso de desapalancamiento: a medida que las empresas tratan de ajustar sus balances contables, presionan a la baja los precios de los activos, reduciendo así el capital y forzando un ulterior desapalancamiento.
Así pues, ¿en qué punto de todo este proceso ofrece su alivio el Plan de Alivio T
Pero cuanto más pienso en el asunto, más escéptico me vuelvo sobre la posibilidad de que esto arregle algo. Problemas:
Aunque el problema empezó con los títulos hipotecariamente respaldados, el abanico de activos cuyos precios se están derrumbando por el desapalancamiento es mucho más amplio que el de aquellos títulos. De manera que eso, a lo sumo, corta sólo una parte del círculo vicioso.
En cualquier caso, el aspecto de círculo vicioso es sólo una parte de un problema mucho mayor. Aun si no hubiera habido ventas de activos motivadas por el pánico, el sistema financiero estaría gravemente subcapitalizado, lo que provoca un desplome crediticio. Y el Plan no hace nada para corregir eso.
O Quizá debería decir que el Plan no hace nada para corregir la falta de capital, a menos que el Tesoro pague de más por los activos. Y si ese es el Plan real, el Congreso tiene todo el derecho a plantarse.
Bien; ¿qué debería hacerse? Reflexionemos un poco sobre el modo en que, hasta que Paulson apretó el botón del pánico, se suponía que el sector privado iba a enfrentarse a eso: se suponía que las empresas financieras se recapitalizarían por la vía de atraer a inversores foráneos a fin de ampliar su base de capital. Es decir, se suponía que el sector privado saldría del problema atacando el punto 2.
Lo que ahora parece es que eso no ocurrió, y que es necesaria la intervención pública. Pero en tal caso, ¿no debería también la intervención pública atacar el problema por el punto 2? ¿No debería tomar la forma de inyecciones públicas de capital a cambio de una apuesta en la cúspide?
No aceptemos atropelladamente un plan costosísimo que no parece capaz de enfrentarse al problema real.
Paul Krugman es uno de los economistas más reconocidos académicamente del mundo, y uno de los más célebres gracias a su intensa actividad publicística y divulgativa desde las páginas del New York Times. Colaboró en su día con el grupo de asesores de economía del Presidente Clinton, pero la dinámica de la vida económica, social y política de los EEUU en el último lustro le ha llevado a diagnósticos tan drásticos como lúcidos del mundo cont
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