La contrarrevolución conservadora iniciada por Reagan ha llevado a Estados Unidos al empobrecimiento de sus clases medias, a la destrucción de sus programas sociales y a extremos crecientes de desigualdad. Esta política de bajos impuestos para los más ricos, que ha alentado una especulación incontrolada, ha llegado al máximo con G.W. Bush y su gobierno de “neocons”, que han utilizado la lucha contra el terrorismo como elemento de distracción del electorado. Pero el desastre de la guerra de Irak y la crisis económica actual muestran que este camino está agotado y que es hora de volver a la política que aseguró antaño la prosperidad y el bienestar. Paul Samuelson, Premio Nobel de Economía, ha dicho: “Paul Krugman es una voz solitaria, que dice las cosas tal como son”. Unas “cosas” que no sólo se refieren a lo que ocurre en Estados Unidos, sino que tienen mucho que ver con nuestros propios problemas y con la crisis que amenaza nuestro futuro.
Krugman, un economista liberal -a la americana- difiere de lo que entendemos por liberal en Europa. De esa diferencia escribía el catedrático Vicenc Navarro en El País [recogido por Abraham en Otro mundo es posible]:
He vivido durante un largo exilio en Estados Unidos durante 35 años habiendo participado activamente, no sólo en su vida académica sino también en su vida política, y me preocupa en gran manera que al incorporarme de nuevo a mi país veo que los medios de información españoles, incluido EL PAÍS, traducen literalmente el término liberal (ampliamente utilizado en la cultura política estadounidense) al español, sin darse cuenta que tal término tiene un significado muy distinto a ambos lados del Atlántico.
En Estados Unidos se llama liberal a un autor como Paul Krugman que está a favor de universalizar los servicios públicos (como la sanidad), aumentar el gasto público social, incrementar la progresividad fiscal y favorecer políticas públicas redistributivas.
En Europa, sin embargo, los autores y partidos liberales proponen políticas en sentido opuesto, es decir, están en contra de la universalización de derechos sociales, favorecen la bajada de impuestos y la reducción del gasto público, y no favorecen las políticas redistributivas del Estado ni la progresividad fiscal.
En realidad, los liberales en Estados Unidos son más semejantes a los socialdemócratas europeos que a los liberales europeos. De ahí que cuando EL PAÍS en su presentación del libro de Paul Krugman (13-04-08) concluye que éste está proponiendo un programa liberal (término que Krugman utiliza) para reducir las desigualdades en EE UU, crea una enorme confusión al lector español pues lo que tal economista está proponiendo no son políticas liberales en el sentido europeo sino políticas públicas de clara tradición socialdemócrata.
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