Escribe Joaquín Leguina, en el prólogo del libro El Estado fragmentado, de Francisco Sosa e Igor Sosa -padre e hijo-, los siguientes párrafos
El proceso en marcha, el de la reforma masiva de los Estatutos de Autonomía o, por mejor decir, su redacción ex novo, ha puesto de manifiesto, entre otras muchas cosas, el divorcio, que amenaza con ser definitivo, entre los actores políticos (la clase política dirían algunos) y los intelectuales. Un divorcio del que no pueden esperarse sino desgracias.
A este respecto, resulta sorprendente la sordera absoluta y la mudez sobrevenida a los políticos españoles (nacionalistas o sedicentes socialistas) acerca de la multitud de argumentos contrarios y de críticas razonables en contra de este disparate jurídico-político que ha constituido la elaboración del nuevo Estatuto de Cataluña.
Una nueva generación de políticos ha tomado el relevo a los agentes de la transición y lo ha hecho con criterios adánicos, como si la Historia se iniciara precisamente con su llegada al poder, adscribiéndose, también, a la fe del carbonero. Una fe mostrenca que se resume en una frase anunciadora de inmediatos desastres:"Eso lo arreglo yo en dos patadas"
El desprecio por el pensamiento y por la academia, la endogamia política y unos curricula poco presentables, donde brillan por su ausencia las experiencias laborales ajenas a la política, esas que exigen cotizar a la Seguridad Social por cuenta propia y ajena, forman un entramado que no anuncia, a mi juicio, sino males.
El proceso en marcha, el de la reforma masiva de los Estatutos de Autonomía o, por mejor decir, su redacción ex novo, ha puesto de manifiesto, entre otras muchas cosas, el divorcio, que amenaza con ser definitivo, entre los actores políticos (la clase política
A este respecto, resulta sorprendente la sordera absoluta y la mudez sobrevenida a los políticos españoles (nacionalistas o sedicentes socialistas) acerca de la multitud de argumentos contrarios y de críticas razonables en contra de este disparate jurídico-político que ha constituido la elaboración del nuevo Estatuto de Cataluña.
Una nueva generación de políticos ha tomado el relevo a los agentes de la transición y lo ha hecho con criterios adánicos, como si la Historia se iniciara precisamente con su llegada al poder, adscribiéndose, también, a la fe del carbonero. Una fe mostrenca que se resume en una frase anunciadora de inmediatos desastres:"Eso lo arreglo yo en dos patadas"
El desprecio por el pensamiento y por la academia, la endogamia política y unos curricula poco presentables, donde brillan por su ausencia las experiencias laborales ajenas a la política, esas que exigen cotizar a la Seguridad Social por cuenta propia y ajena, forman un entramado que no anuncia, a mi juicio, sino males.
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