El TC coloca a la involución socialista en entredicho
Y la España real se impone (8 feb)
A la espera de que se perpetre o no el atentado contra el Tribunal Constitucional que pretende el gobierno con la sustitución del recusado Pérez Tremps por otro proclive al “Estatut”, podemos describir la foto de lo que hay como la de la suma de reveses al proceso involutivo de Zapatero. Los proyectos básicos en los que fundamenta el cambio a peor del régimen político democrático que los españoles se dieron en 1978 hacen aguas por mor del Estado de Derecho, que ni es de derechas ni de izquierdas, sino español y democrático.
Decía Rubalcaba, allá por los tiempos felices para Gas Natural, cuando su OPA sobre Endesa gozaba de una expectativa favorable, que ésta era medio “Estatut”. Dada la retirada vergonzante del proyecto nacionalista de la izquierda catalana, por ser empresarialmente inviable y políticamente pérfida, la mitad que queda del la cuasi-constitución que aprobó una minoría de catalanes tiene visos de caerse al abismo de las normas contrarias a la Constitución.
Por otra parte, desde el atentado de Barajas, la Justicia española ha emitido sentencias favorables a la aplicación sensata de las leyes democráticas en el caso de De Juana y los terroristas callejeros.
Por último y menos efectivo en el corto plazo pero altamente significativo en el medio, tenemos la contrariedad que sufre el PSOE de Zapatero en su proyecto de cambiar el marco del sistema político de manera que la derecha política y el concepto de España quedasen desplazados fuera de la “normalidad”. La manifestación popular plural del sábado día 3 de febrero ha simbolizado la recuperación de los símbolos de la nación española por parte de la gente de la calle y su defensa frente a quienes, contra todos sus planes, acaban siendo los marginados de la normalidad de la España real.
Decía Adolfo Suárez en 1977 que, frente a la España oficial tintada de franquismo, había que llevar a categoría de normal lo que en la calle ya era normal. La enfermedad del gobierno de Zapatero consiste, precisamente, en ese distanciamiento respecto del pueblo soberano. La reposición del lazo entre ambas Españas corresponde, por tanto, a un nuevo gobierno que, si no sale de unas elecciones anticipadas por la fuerza de los fracasos gubernamentales, han de ser forzadas por la fuerza de una aplastante derrota socialista en las municipales y autonómicas, sino de ambas cosas en conjunción.
El nerviosismo cunde y nos encontramos ante una de las encrucijadas más delirantes y graves de los últimos cien años después de la trágica Guerra Civil. La amenaza del tripartito nacional-socialista catalán de derribar al gobierno de Zapatero si el TC declara fuera de la ley el engendro estatutario que impusieron a los catalanes da fe del nerviosismo que padece, por una parte, y de lo que está dispuesto a hacer si se le contraría en su proyecto antidemocrático y antiespañol, por otra.
Los próximos años serán el escenario de tensiones nacionalistas llevadas a una mayor radicalización en un último intento histórico y mayormente histérico por hacer triunfar lo que se barrunta como fracaso de Zapatero de hacer la involución desde el propio gobierno de España. Este fracaso, bien producido por la reposición del Estado de Derecho en los tribunales y en la calle, bien porque a estos dos probables hechos se una la victoria electoral del Partido Popular, provocará una huida hacia adelante. Pero, lejos de ser eso una mala noticia para la estabilidad de la España democrática, supondrá la consolidación de ésta en el centro del sistema y de la normalidad y colocará el proyecto nacionalista en el extrarradio no sólo territorial, sino político, ideológico, jurídico y constitucional.
La sustitución de Pérez Tremps sería un gesto obsceno
La credibilidad del TC en juego (7 feb)
El ministro de Justicia, al decir que la sustitución del magistrado del Tribunal Supremo Pérez Tremps aún es un tema que “no está planteado” en lugar de decir que “es un tema implanteable”, presenta los mismos matices que la frase del presidente Zapatero cuando dijo que “suspendía” la negociación con ETA en lugar de decir que “rompía” la negociación con ETA tras el atentado de Barajas, o sea que el tema se planteará y se sustituirá al magistrado como se suspendió y se ha reanudado la negociación con ETA. En cualquier caso, las palabras del ministro muestran que la decisión de TC ha causado el mismo grado de desconcierto en el Gobierno que el atentado de ETA, lo que siempre termina siendo malo para la democracia y para España.
La razón de que la decisión del alto tribunal haya causado en el Gobierno tan gran confusión da a entender, una vez más, la prepotencia con la que está gobernando. Una prepotencia que le lleva, como en el caso de ETA, a no tener previsto siquiera que se pudiese llegar a una decisión que no fuese la que ellos querían. Una decisión, por otra parte, que todo el mundo entiende y comprende por muy lego que sea en la materia, ya que no se puede ser juez y parte en un litigio como es el planteado por los recursos contra el Estatuto de Cataluña.
Pero si la decisión ha pillado al Gobierno como pilló ETA al Presidente Zapatero abstraído en su propia soberbia, al presidente de la Generalidad catalana y ex ministro del Gobierno de España, José Montilla, le ha pasado tres cuarto de lo mismo, con la diferencia de que, mientras que Zapatero no sabe que hacer y trata de ganar tiempo, este hombre orquesta que preside ahora Cataluña ha arremetido contra los magistrados que han recusado a Pérez Tremps, aunque, para disimular su ataque y no convertirse en el nuevo Ibarreche, lo haya hecho dándole el palo al PP y asegurando que este partido trata de instrumentalizar al Tribunal Constitucional para ganar en él lo que perdió en las urnas, un razonamiento inaudito al descalificar la esencia del propio Tribunal Constitucional cuya misión es defender a la Constitución Española frente a los Estatutos que intentan vulnerarla.
Pero esta gran crisis jurídico-política de difícil solución no tendría por qué haber producido. Hubiera bastado para ello que el magistrado Pérez Trems, pagado en su momento con 6.000 euros para hacer informes sobre el Estatuto para la Generalidad catalana, hubiera decidido excluirse voluntariamente, aunque sólo fuese para salvar cualquier apariencia de parcialidad.
No fue así y quiso llegar hasta el final, es de suponer que por el mismo motivo por el que la decisión final ha pillado al Gobierno desprevenido: por soberbia. Y ese acto de soberbia ha provocado una crisis que puede terminar con el poco prestigio que le queda a un tribunal tan politizado como está el Constitucional, en el que dicen que hasta la propia Presidenta Maria Emilia Casas es la primera implicada en esa politización.
Porque lo peor está por llegar. Como Pérez Tremps dimita y el Gobierno lo sustituya, el Tribunal Constitucional habrá terminado para siempre. Habrá dejado de existir.
Un gesto político tan obsceno del Gobierno dejaría definitivamente sin valor ético a un tribunal creado para salvaguardar los valores de la Constitución del 98, lo que daría paso al nuevo modelo de estado multinacional, federal, confederal, bilateral o cualquiera sabe, que quiere Zapatero y una parte del partido socialista.
El Tribunal Constitucional impone cordura
Y la trama política de ZP se hunde (6 feb)
La recusación del magistrado Pérez Tremps del Tribunal Constitucional, que le impedirá participar en los debates sobre los recursos presentados contra el Estatuto de Cataluña, constituye el tercer revés político y, tal vez, el más importante que ha sufrido el Presidente Zapatero y su errática política en apenas tres días.
El primer revés fue la retirada de Gas Natural de la OPA a Endesa, en aquel negocio a la catalana que, políticamente, le puso el bandeja José Montilla en una operación política que obligó al propio Zapatero a conspirar con Durao Barroso, a modificar leyes para favorecerlo y a enfrentarse a Alemania.
El segundo revés fue la manifestación del sábado en Madrid. La séptima, pero la más importante por impensable y por su final increíble, que le ha dejado a Zapatero a los pies de los caballos de la gente sencilla del pueblo. De los votantes. Si habrá sido importante la manifestación que, en un primer impulso de dictadorzuelo, la descalificó por el uso inadecuado del himno nacional. Al final, envuelto en su victimismo y falsa humildad habitual, ha anunciado, magnánimo, que pese a ello el Gobierno no va a denunciar al Foro Ermua por ese indebido uso.
Pero si importantes fueron estas dos desventuras, la recusación de Pérez Tremps adquiere una importancia política sublime, capaz de acabar con toda la arquitectura social que Zapatero lleva realizando desde hace tres años para ejecutar su cambio de régimen.
Porque la salida de Pérez Tremps de la discusión y posterior votación sobre los debates sobre la constitucionalidad del Estatuto catalán deja en minoría de cinco contra seis al sector progresista del Tribunal frente a la que sería mayoría de magistrados conservadores, y eso podría conducir a una categórica declaración de inconstitucionalidad del Estatuto catalán con todo lo que ello llevaría consigo.
De hecho, si será importante políticamente la recusación que los magistrados han estado debatiendo durante seis días lo que, a simple vista, era una situación clara. Si Pérez Tremps ha hecho un informe para la Generalidad catalana sobre las relaciones internacionales en el Estatuto y por el que cobró 6.000 euros, lo lógico es que no intervenga en el debate sobre la inconstitucionalidad del Estatuto ya que había formado parte con su informe de su redacción. Eso era lo lógico, pero ha habido cinco magistrados que no lo piensan así y lo han defendido hasta el final. Menos mal que se impuso la cordura.
Si será importante políticamente esta recusación que ya se está hablando de que el Gobierno, en otra medida bananera, podría sustituir a este magistrado por otro favorable al Estatuto y que permitiese el empate a la hora de votar. Un empate que la Presidenta Casas desempataría con su voto de calidad con lo que se aprobaría dicho Estatuto. Un hecho así sería escandaloso, pero este Gobierno ha tomado tantas medidas escandalosas que una más poco importaría si con ello Zapatero consigue sus objetivos.
Si será importante políticamente esta recusación que puede llevarse al traste todo la política territorial de Zapatero. Si el Tribunal Constitucional decidiese que el Estatuto de Cataluña es inconstitucional, y menuda presión está ya recibiendo de políticos y medios catalanes y vascos, con esa inconstitucionalidad se esfumaría la posibilidad a Zapatero de cumplir con lo prometido al PNV y su plan Ibarreche, dentro de lo que él llama “el proceso de paz con ETA”.
Es tan importante políticamente la recusación de Pérez Temp que habrá que estar pendiente de los movimientos de Zapatero en las próximas semanas/meses, porque eso no puede quedar así. Algo se le ocurrirá para remediarlo.
Y la España real se impone (8 feb)
A la espera de que se perpetre o no el atentado contra el Tribunal Constitucional que pretende el gobierno con la sustitución del recusado Pérez Tremps por otro proclive al “Estatut”, podemos describir la foto de lo que hay como la de la suma de reveses al proceso involutivo de Zapatero. Los proyectos básicos en los que fundamenta el cambio a peor del régimen político democrático que los españoles se dieron en 1978 hacen aguas por mor del Estado de Derecho, que ni es de derechas ni de izquierdas, sino español y democrático.
Decía Rubalcaba, allá por los tiempos felices para Gas Natural, cuando su OPA sobre Endesa gozaba de una expectativa favorable, que ésta era medio “Estatut”. Dada la retirada vergonzante del proyecto nacionalista de la izquierda catalana, por ser empresarialmente inviable y políticamente pérfida, la mitad que queda del la cuasi-constitución que aprobó una minoría de catalanes tiene visos de caerse al abismo de las normas contrarias a la Constitución.
Por otra parte, desde el atentado de Barajas, la Justicia española ha emitido sentencias favorables a la aplicación sensata de las leyes democráticas en el caso de De Juana y los terroristas callejeros.
Por último y menos efectivo en el corto plazo pero altamente significativo en el medio, tenemos la contrariedad que sufre el PSOE de Zapatero en su proyecto de cambiar el marco del sistema político de manera que la derecha política y el concepto de España quedasen desplazados fuera de la “normalidad”. La manifestación popular plural del sábado día 3 de febrero ha simbolizado la recuperación de los símbolos de la nación española por parte de la gente de la calle y su defensa frente a quienes, contra todos sus planes, acaban siendo los marginados de la normalidad de la España real.
Decía Adolfo Suárez en 1977 que, frente a la España oficial tintada de franquismo, había que llevar a categoría de normal lo que en la calle ya era normal. La enfermedad del gobierno de Zapatero consiste, precisamente, en ese distanciamiento respecto del pueblo soberano. La reposición del lazo entre ambas Españas corresponde, por tanto, a un nuevo gobierno que, si no sale de unas elecciones anticipadas por la fuerza de los fracasos gubernamentales, han de ser forzadas por la fuerza de una aplastante derrota socialista en las municipales y autonómicas, sino de ambas cosas en conjunción.
El nerviosismo cunde y nos encontramos ante una de las encrucijadas más delirantes y graves de los últimos cien años después de la trágica Guerra Civil. La amenaza del tripartito nacional-socialista catalán de derribar al gobierno de Zapatero si el TC declara fuera de la ley el engendro estatutario que impusieron a los catalanes da fe del nerviosismo que padece, por una parte, y de lo que está dispuesto a hacer si se le contraría en su proyecto antidemocrático y antiespañol, por otra.
Los próximos años serán el escenario de tensiones nacionalistas llevadas a una mayor radicalización en un último intento histórico y mayormente histérico por hacer triunfar lo que se barrunta como fracaso de Zapatero de hacer la involución desde el propio gobierno de España. Este fracaso, bien producido por la reposición del Estado de Derecho en los tribunales y en la calle, bien porque a estos dos probables hechos se una la victoria electoral del Partido Popular, provocará una huida hacia adelante. Pero, lejos de ser eso una mala noticia para la estabilidad de la España democrática, supondrá la consolidación de ésta en el centro del sistema y de la normalidad y colocará el proyecto nacionalista en el extrarradio no sólo territorial, sino político, ideológico, jurídico y constitucional.
La sustitución de Pérez Tremps sería un gesto obsceno
La credibilidad del TC en juego (7 feb)
El ministro de Justicia, al decir que la sustitución del magistrado del Tribunal Supremo Pérez Tremps aún es un tema que “no está planteado” en lugar de decir que “es un tema implanteable”, presenta los mismos matices que la frase del presidente Zapatero cuando dijo que “suspendía” la negociación con ETA en lugar de decir que “rompía” la negociación con ETA tras el atentado de Barajas, o sea que el tema se planteará y se sustituirá al magistrado como se suspendió y se ha reanudado la negociación con ETA. En cualquier caso, las palabras del ministro muestran que la decisión de TC ha causado el mismo grado de desconcierto en el Gobierno que el atentado de ETA, lo que siempre termina siendo malo para la democracia y para España.
La razón de que la decisión del alto tribunal haya causado en el Gobierno tan gran confusión da a entender, una vez más, la prepotencia con la que está gobernando. Una prepotencia que le lleva, como en el caso de ETA, a no tener previsto siquiera que se pudiese llegar a una decisión que no fuese la que ellos querían. Una decisión, por otra parte, que todo el mundo entiende y comprende por muy lego que sea en la materia, ya que no se puede ser juez y parte en un litigio como es el planteado por los recursos contra el Estatuto de Cataluña.
Pero si la decisión ha pillado al Gobierno como pilló ETA al Presidente Zapatero abstraído en su propia soberbia, al presidente de la Generalidad catalana y ex ministro del Gobierno de España, José Montilla, le ha pasado tres cuarto de lo mismo, con la diferencia de que, mientras que Zapatero no sabe que hacer y trata de ganar tiempo, este hombre orquesta que preside ahora Cataluña ha arremetido contra los magistrados que han recusado a Pérez Tremps, aunque, para disimular su ataque y no convertirse en el nuevo Ibarreche, lo haya hecho dándole el palo al PP y asegurando que este partido trata de instrumentalizar al Tribunal Constitucional para ganar en él lo que perdió en las urnas, un razonamiento inaudito al descalificar la esencia del propio Tribunal Constitucional cuya misión es defender a la Constitución Española frente a los Estatutos que intentan vulnerarla.
Pero esta gran crisis jurídico-política de difícil solución no tendría por qué haber producido. Hubiera bastado para ello que el magistrado Pérez Trems, pagado en su momento con 6.000 euros para hacer informes sobre el Estatuto para la Generalidad catalana, hubiera decidido excluirse voluntariamente, aunque sólo fuese para salvar cualquier apariencia de parcialidad.
No fue así y quiso llegar hasta el final, es de suponer que por el mismo motivo por el que la decisión final ha pillado al Gobierno desprevenido: por soberbia. Y ese acto de soberbia ha provocado una crisis que puede terminar con el poco prestigio que le queda a un tribunal tan politizado como está el Constitucional, en el que dicen que hasta la propia Presidenta Maria Emilia Casas es la primera implicada en esa politización.
Porque lo peor está por llegar. Como Pérez Tremps dimita y el Gobierno lo sustituya, el Tribunal Constitucional habrá terminado para siempre. Habrá dejado de existir.
Un gesto político tan obsceno del Gobierno dejaría definitivamente sin valor ético a un tribunal creado para salvaguardar los valores de la Constitución del 98, lo que daría paso al nuevo modelo de estado multinacional, federal, confederal, bilateral o cualquiera sabe, que quiere Zapatero y una parte del partido socialista.
El Tribunal Constitucional impone cordura
Y la trama política de ZP se hunde (6 feb)
La recusación del magistrado Pérez Tremps del Tribunal Constitucional, que le impedirá participar en los debates sobre los recursos presentados contra el Estatuto de Cataluña, constituye el tercer revés político y, tal vez, el más importante que ha sufrido el Presidente Zapatero y su errática política en apenas tres días.
El primer revés fue la retirada de Gas Natural de la OPA a Endesa, en aquel negocio a la catalana que, políticamente, le puso el bandeja José Montilla en una operación política que obligó al propio Zapatero a conspirar con Durao Barroso, a modificar leyes para favorecerlo y a enfrentarse a Alemania.
El segundo revés fue la manifestación del sábado en Madrid. La séptima, pero la más importante por impensable y por su final increíble, que le ha dejado a Zapatero a los pies de los caballos de la gente sencilla del pueblo. De los votantes. Si habrá sido importante la manifestación que, en un primer impulso de dictadorzuelo, la descalificó por el uso inadecuado del himno nacional. Al final, envuelto en su victimismo y falsa humildad habitual, ha anunciado, magnánimo, que pese a ello el Gobierno no va a denunciar al Foro Ermua por ese indebido uso.
Pero si importantes fueron estas dos desventuras, la recusación de Pérez Tremps adquiere una importancia política sublime, capaz de acabar con toda la arquitectura social que Zapatero lleva realizando desde hace tres años para ejecutar su cambio de régimen.
Porque la salida de Pérez Tremps de la discusión y posterior votación sobre los debates sobre la constitucionalidad del Estatuto catalán deja en minoría de cinco contra seis al sector progresista del Tribunal frente a la que sería mayoría de magistrados conservadores, y eso podría conducir a una categórica declaración de inconstitucionalidad del Estatuto catalán con todo lo que ello llevaría consigo.
De hecho, si será importante políticamente la recusación que los magistrados han estado debatiendo durante seis días lo que, a simple vista, era una situación clara. Si Pérez Tremps ha hecho un informe para la Generalidad catalana sobre las relaciones internacionales en el Estatuto y por el que cobró 6.000 euros, lo lógico es que no intervenga en el debate sobre la inconstitucionalidad del Estatuto ya que había formado parte con su informe de su redacción. Eso era lo lógico, pero ha habido cinco magistrados que no lo piensan así y lo han defendido hasta el final. Menos mal que se impuso la cordura.
Si será importante políticamente esta recusación que ya se está hablando de que el Gobierno, en otra medida bananera, podría sustituir a este magistrado por otro favorable al Estatuto y que permitiese el empate a la hora de votar. Un empate que la Presidenta Casas desempataría con su voto de calidad con lo que se aprobaría dicho Estatuto. Un hecho así sería escandaloso, pero este Gobierno ha tomado tantas medidas escandalosas que una más poco importaría si con ello Zapatero consigue sus objetivos.
Si será importante políticamente esta recusación que puede llevarse al traste todo la política territorial de Zapatero. Si el Tribunal Constitucional decidiese que el Estatuto de Cataluña es inconstitucional, y menuda presión está ya recibiendo de políticos y medios catalanes y vascos, con esa inconstitucionalidad se esfumaría la posibilidad a Zapatero de cumplir con lo prometido al PNV y su plan Ibarreche, dentro de lo que él llama “el proceso de paz con ETA”.
Es tan importante políticamente la recusación de Pérez Temp que habrá que estar pendiente de los movimientos de Zapatero en las próximas semanas/meses, porque eso no puede quedar así. Algo se le ocurrirá para remediarlo.
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