Stroessner, el dictador que nunca rindió cuentas sobre su pasado | elmundo.es
Hace 34 años [yo estaba en COU] el tio Ernesto se fue a Paraguay; el es religioso y entonces comenzó su labor misionera. Dejó sus tareas religiosas y comerciales en la orden, y la sede de Diego de León. Allí, en Paraguay, se encontró con el Régimen de este señor. Inefable.
De todas formas, no era el peor de los mundos: años más tarde fue destinado a México, y allí descubrió una miseria aún mayor que en el Chaco. Así nos lo contó.
Acompaño la noticia publicada en El Mundo del Domingo, 20 de Agosto, con el início de la novela de Augusto Roa Bastos (otro paraguayo) "Yo El Supremo":
"Yo el Supremo Dictador de la República.
Ordeno que al acaecer mi muerte mi cadáver sea decapitado; la cabeza puesta en una pica por tres dias en la plaza de la República donde se convocará al pueblo al son de las campanas echadas al vuelo.
Todos mis servidores civiles y militares sufrirán pena de horca. Sus cadáveres serán enterrados en potreros de extramuros sin cruz ni marca que memore sus nombres.
Al término del dicho plazo, mando que mis restos sean quemados y las cenizas arrojadas al rio..."
Hace 34 años [yo estaba en COU] el tio Ernesto se fue a Paraguay; el es religioso y entonces comenzó su labor misionera. Dejó sus tareas religiosas y comerciales en la orden, y la sede de Diego de León. Allí, en Paraguay, se encontró con el Régimen de este señor. Inefable.
De todas formas, no era el peor de los mundos: años más tarde fue destinado a México, y allí descubrió una miseria aún mayor que en el Chaco. Así nos lo contó.
Acompaño la noticia publicada en El Mundo del Domingo, 20 de Agosto, con el início de la novela de Augusto Roa Bastos (otro paraguayo) "Yo El Supremo":
"Yo el Supremo Dictador de la República.
Ordeno que al acaecer mi muerte mi cadáver sea decapitado; la cabeza puesta en una pica por tres dias en la plaza de la República donde se convocará al pueblo al son de las campanas echadas al vuelo.
Todos mis servidores civiles y militares sufrirán pena de horca. Sus cadáveres serán enterrados en potreros de extramuros sin cruz ni marca que memore sus nombres.
Al término del dicho plazo, mando que mis restos sean quemados y las cenizas arrojadas al rio..."
No hay comentarios:
Publicar un comentario