Rodríguez Zapatero se prepara para las elecciones generales del próximo marzo y los pasos que da son unívocos: proclama a bombo y platillo que Solbes volverá a estar con él (pero con más rollo tecnocrático todavía), recupera a Bono (que ya está enredando de nuevo, postulándose como sucesor), anuncia reformas fiscales gratas al empresariado y a la gente de posibles…
Es obvio que el aspirante a repetidor en la Moncloa desea tranquilizar a eso que llaman “centro”, que no es otra cosa, en realidad, que la derecha sociológica moderada. Se ve que le han dicho que tiene a esa gente un poco asustada por las dos o tres veleidades progres que se ha permitido durante la legislatura y que debe corregirlo para presentarse más impoluto ante las urnas.
Luego, si vence, hará lo que le parezca, por supuesto, pero ahora tiene que cuidar esas formas.
Tiempo habrá de comentar todos estos aspectos, pero de momento me quedo con tres observaciones.
La primera se refiere al modo, que quizá a algunos les resulte deprimente, en el que nuestros gobernantes hacen política: a gusto del consumidor. ¿Que las encuestas les indican que esto que han hecho les quita votos? Pues dejan de hacerlo. ¿Que aseguran que los ganarían si hicieran aquello otro? Pues lo hacen. Queda excluida la posibilidad de que cuenten con unos principios y un programa definidos.
Habrá quien los llame maleables. Otros tal vez prefieran calificarlos de amorfos. Son ambas cosas: se adaptan al medio. Son lo que haga falta.
Segunda observación, que ya he insinuado antes: lo que los candidatos exhiben como fachada de cara a las elecciones no les compromete a nada. Vale sólo para el momento electoral. Luego hacen lo que les conviene en cada momento, y ahí se quede el elector con su voto y un palmo de narices, por pardillo.
Tercera observación, y no mucho más animante para la izquierda real: a lo que parece, si uno quiere agradar a la mayoría del electorado español y ganarse su voluntad, debe ofrecer una imagen “de centro” (o sea, de derecha moderada).
Lo cual proporciona un crudo retrato ideológico de la sociedad española, que conviene tener en cuenta, así sea sólo con fines profilácticos.
artículo de Javier Ortiz, vía Reggio
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