"Vivimos en una especie de bulimia económica, con constante sensación de que tenemos que conseguir lo último y de que, una vez conseguido, acabamos sintiendo inmediatamente la reacción de que hemos obtenido lo penúltimo. Empiezan a surgir propuestas de reacción ciudadana y de guerrilla de insubordinación a esta sobredosis de consumo y conexión. Desde aquellos que proponen un día a la semana sin e-mails, hasta los que tratan de organizar una huelga de consumo o que, sin tapujos, proponen acabar con todos los RFID con que uno se encuentre. Los médicos y psicólogos apuntan que crecen las disfunciones provocadas por sobredosis de Internet, y se han detectado un par de casos de personas con muertes aparentemente motivadas por obsesivas e indefinidas partidas de videojuegos. Asistimos a crecientes daños y víctimas colaterales del consumismo (Bauman). Nos esforzamos en seguir un ritmo de consumo que define nuestro estatus, y ello provoca ansiedades, ausencias y fugacidades con las personas cercanas que mitigamos buscando regalos con los que compensar los desencuentros generados. Y mientras, los nuevos desheredados son los que no consumen, los que no están conectados. Lo que nos define es lo que consumimos y nuestra capacidad de conexión. Lo que define a una persona de éxito es su capacidad para no estar nunca aburrido, nunca desconectado. Conectamos, pero no vinculamos. Estamos informados, pero no nos sentimos ligados. Ése es nuestro problema."
Joan Subirats es catedrático de Ciencia Política de la UAB.
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