Zapatero ha presumido, en el pasado debate de la nación, de qu con él han mejorado las cotas de la libertad de expresión y del pluralismo informativo en España, y citó el nombramiento por el Parlamento del nuevo director general de RTVE, Luis Fernández, la concesión de dos grandes canales nacionales de televisión analógica, La Cuatro y La Sexta, y el despegue de la televisión digital. Todo ello es cierto pero no es así, ni mucho menos, porque lo que ha hecho el presidente del Gobierno es aumentar, a su favor, el mapa mediático español. Bastaba ver, ayer mismo en TVE1, la edición del programa 59 segundos —en este caso emitida en horario de prime time— para comprobar que todo sigue atado y bien atado, porque de los seis comentaristas invitados, tres eran fanáticos al servicio de la Moncloa, dos casi siempre al servicio del Gobierno de turno, en este caso del PSOE, y sólo Isabel San Sebastián defendió posiciones abiertas y a la vez críticas con el régimen establecido en esa calculada encerrona que fue el programa de TVE, destinado a decir que Zapatero era el gran vencedor del debate y que Rajoy era un fracasado y un irresponsable crispador, y todo ello en la televisión estatal, a la hora de máxima audiencia y con equipo monclovita, y un objetivo predeterminado.
RTVE no ha cambiado nada con el nuevo estatuto, ni con el nuevo director general, que es de la cuerda del PSOE, aunque Zapatero lo haya pactado con Pedro J. para que, vía Zaplana, lo aceptara el PP, y el director de El Mundo y su periódico sacarán de todo ello tajada en las cuotas de pactos y repartos de presencia tertuliana, publicitaria, etc. En TVE no han cambiado los directores claves de informativos, ni de los programas, ni tampoco los presentadores, que eran los que se nombraron en tiempos de Zapatero. Y no existe, ni en TVE ni en RNE, un solo periodista independiente al frente de un programa informativo, de debate o análisis. Y las cuotas de los opinadores fanáticos siguen favoreciendo al PSOE frente a los del PP, y no sólo inundan la cadenas públicas audiovisuales sino también las grandes cadenas privadas, donde desde la Moncloa se coloca a sus publicistas, y qué decir en la Cuatro y La Sexta, dos nuevos canales analógicos al servicio de Zapatero, con telediarios soflamas que se abren con editoriales furibundos contra el PP, y debates también trucados —en mañana, tarde y noche— y preñados de fanáticos monclovitas.
De esta manera Zapatero tiene el control total de alcance nacional de TVE1, TVE2, Cuatro, la Sexta, CNN Plus, y un derecho de presión e influencia —vía publicidad y por otros negocios paralelos de sus dueños— de Antena 3TV y Telecinco, lo que hace que el señor de la Moncloa tenga un poder mediático audiovisual como nunca tuvo ningún otro presidente desde el inicio de la transición. Es verdad que la manipulación de TVE ahora es un poco más sutil que antes sobre todo si la compramos con la locura, manipulación y mediocridad de Telemadrid —hundida en audiencia y deuda—, que sólo es comparable al Canal Sur del PSOE en Andalucía. Como el Canal 9 de Valencia, en manos del PP, se parece a la televisión autonómica gallega, a la que pronto imitará la de Baleares a favor del PSOE y sus amigos nacionalistas, como ya ocurre en TV3 de Cataluña, también bajo el poder del PSC-PSOE. O sea, que Zapatero copa todo en medios audiovisuales nacionales, y casi todo en el nivel autonómico.
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