La diferencia con la Dictadura reside en un solo hecho. El dictador, victorioso en una guerra civil, generó la clase politica gobernante y la clase socialmente dominante, mientras que el dominio incontrolado de la sociedad gobernada lo genera hoy la ley electoral, único factor constituyente de la clase política. Esta ley, sin aprobar en referéndum, fue promulgada por los propios herederos de la dictadura para perpetuarse en el Estado. Como causa permanente del dominio partidista de una clase politica cerrada, la ley electoral, por el sistema de listas de partido, cumple la misma funcion histórica que tuvo la guerra civil para la constitución de la clase politica franquista.
La primera condición que debe cumplir una ley electoral para que sea tal, es que produzca representantes de los electores, como en EEUU, Francia, Inglaterra y Suiza. El sistema proporcional no cumple esta condición sine qua non. La justicia en el reparto de escaños, en relación con los votos, es cuestión ajena a la representatividad. Los votados en lista no van al parlamento como diputados de los electores, sino como delegados de los jefes de partidos estatales que los ponen en ella. A Italia la ha hundido este sistema electoral. Aquí, lo que importa es que la no representación sea paritaria, que las mujeres sean tan irrepresentativas como los hombres.
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