La banca española vuelve a la cruda realidad del mercado. HSBC ha rebajado de golpe las recomendaciones sobre Santander, BBVA, Sabadell y Popular. Respecto al primero, el broker inglés ha recortado su consejo desde sobreponderar a neutral, mientras que con la entidad con sede en Bilbao ha sido más dura y se la ha reducido desde sobreponderar a infraponderar. El nuevo precio objetivo para Santander es de de 7,3 euros, desde los 13,4 anteriores, mientras que a BBVa se lo ha recortado hasta los 7,4 desde los 16 precedentes. HSBC también ha bajado el precio objetivo de Sabadell de 6,5 a 4,4 euros, y el de Popular, desde los 6,8 hasta 5,8 euros por acción.
jueves, 18 de junio de 2009
domingo, 3 de mayo de 2009
El futuro de las pensiones
Hacia el año 2025 las contribuciones recaudadas por el sistema serán insuficientes para financiar a los jubilados
jueves, 26 de marzo de 2009
El ladrillo y los políticos [informe Auken]
Información obtenida en El Confidencial:
“Los ciudadanos estamos hartos de tanta suciedad en la política española, estamos perdiendo la confianza en el sistema y las elecciones al Parlamento europeo están a menos de tres meses”, firman los más de 600 colectivos que han unido sus fuerzas en un comunicado común hecho público a propósito del boicot entre los europarlamentarios de PP y PSOE contra el informe Auken sobre el urbanismo español. El informe, demoledor para con el ladrillazo que ha sufrido este país, será votado en el Pleno del Parlamento Europeo el próximo 26 de marzo.
Los colectivos firmantes critican que el urbanismo español pone en situación de indefensión a los ciudadanos que tienen la desgracia de ser pequeños propietarios de suelo, sea rústico o urbano y lo culpan de destruir el territorio y buena parte del patrimonio histórico y cultural de España. Asimismo, dudan de las leyes autonómicas, que no ofrecen ninguna garantía de equidad y justicia.
También critican que las leyes urbanísticas autonómicas, e incluso en la Ley del Suelo estatal, institucionalizan la figura del Agente Urbanizador, responsable de los abusos y atropellos que se han producido al aplicar las leyes urbanísticas. Y no dudan en atribuir a este urbanismo depredador la responsabilidad de la crisis, recesión y depresión económica que vive España, así como de la dramática evolución del paro.
Críticas a la corrupción política y a la Justicia
La corrupción política asociada al urbanismo tampoco se escapa de las críticas. "Ya podemos presumir de algo a nivel internacional, de ser uno de los países más corruptos de Europa", aseguran. El escrito destaca que en medio de la recesión-depresión que sufrimos, los partidos políticos mayoritarios se dedican a ventilar sus trapos sucios, que son muchos, ya que la corrupción que nos aflige es achacable en su mayor parte a políticos de todo nivel en activo, adscritos a esos partidos, porque políticamente es más rentable hundir al rival que solucionar los problemas de los españoles.
Del mismo modo que el Informe Auken, los ciudadanos claman contra la Justicia española, a la que tildan de lenta, cara y, lo que es peor, está contaminada por influencias políticas. "Los españoles quisiéramos disfrutar de una Justicia que auténticamente fuera un poder independiente, separado y distinto del poder ejecutivo, pero asistimos impotentes al triste espectáculo de la vergonzosa rebatiña que protagonizan los partidos mayoritarios para controlar la constitución de organismos como el Tribunal Constitucional o el Consejo General del Poder Judicial", denuncian.
Los grupos denunciantes, entre los que se encuentran Abusos Urbanísticos No, la Coordinadora Ciudadana en Defensa del Territorio y la Asociación Europea de Perjudicados por la Ley de Costas, critican especialmente la Ley de Costas, aprobada hace más de 20 años, que "juega con los derechos de los españoles".
MARGRETE AUKEN 2008 755463es
lunes, 9 de marzo de 2009
Eso no toca
Por el camino se olvida del origen de los mencionados fondos - el Banco Santander-, razón por la que el abogado Panea interpuso la demanda. Eso no toca.
La noticia en El Confidencial
La polémica en torno a Baltasar Garzón no deja de crecer. El Tribunal Supremo ha denunciado en un auto que el magistrado de la Audiencia Nacional ocultó al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) el cobro de 203.135 dólares durante su estancia, entre marzo de 2005 y junio de 2006, como profesor invitado en Nueva York. Garzón aprovechó una licencia de “docencia e investigación” para participar como director, moderador y ponente en un ciclo de conferencias organizados por el Centro Rey Juan Carlos de la Universidad de Nueva York.
El magistrado ocultó el salario que iba a recibir para conseguir la licencia de estudios, ya que también continuó cobrando su sueldo base de la Audiencia Nacional. Así, el Supremo señala que Garzón no comunicó al CGPJ “la percepción de sueldo a través de nómina, limitándose a hacer referencia a sufragio de gastos”. El Alto Tribunal también indica que “las cantidades percibidas pudieran exceder de los límites fijados en la ley 53/1984 de 23 de diciembre, para el supuesto de actividades autorizadas para su compatibilidad con el cargo público”, incluso “dando por supuesto que la licencia conllevase implícita tal compatibilidad”.
Por ello, el Supremo afirma que “habrá de remitirse testimonio de esta resolución y de la documentación recibida sobre el particular a los efectos que dicho Consejo General del Poder Judicial estime pertinentes”. Será el CGPJ quien decida ahora la sanción que corresponde a Garzón por este hecho, considerado una “falta muy grave”.
El Centro Rey Juan Carlos I asumió el pago de los gastos de viaje de Garzón por valor de 21.152 dólares, así como la escolarización de la hija del magistrado en la Escuela Internacional de Naciones Unidas por un importe de 21.650 dólares. Además, la Universidad pagó a Garzón 160.333,14 dólares en concepto de sueldo.
El auto del Supremo responde a una querella del abogado Antonio Panea, presentada en junio de 2008, en la que acusa a Garzón de cohecho y prevaricación. De acuerdo con la querella, el Grupo Santander patrocinó las conferencias que moderó Garzón, y a su regreso a España, el magistrado archivó con celeridad una querella contra el Santander, pese a que en un principio había considerado que presentaba “características que hacen presumir la existencia de una infracción penal”. El Supremo no ha observado relación entre ambos hechos y ha rechazado la existencia de alguna relevancia penal en la conducta de Garzón. No obstante, el Supremo sí ha encontrado sancionable que Garzón ocultara su remuneración en Nueva York.
jueves, 5 de marzo de 2009
Recesión
jueves, 26 de febrero de 2009
Información y manipulación
Los presuntamente más combativos y valientes de todos cuantos se han bautizado a sí mismos como “creadores de opinión”, Pedro J. Ramírez y Federico Jiménez Losantos, se quedaron afónicos este pasado sábado 14 de febrero. Tras años de arrogarse el título de defensores de la derecha sin complejos y del liberalismo de pura cepa, ellos que nunca se callan, los voceros del reino, han devenido en periodistas silenciosos y sospechosamente apocados cuando tocaba tirar de convicción y demostrar entereza para dar fe de un gesto de soberanía popular. Pero, ¡oh, sorpresa!, han resultado ser tan convenientemente ciegos y sordos como sus más denostados rivales periodísticos.Es hora ya de decirle a Federico que sus diatribas, disfrazadas de dignidad y valentía, no son más que torpes movimientos tácticos, a ratos histéricos, que hieden a oportunismo o a pánico, según proceda. Y que en su frenesí por fabricar munición al mismo ritmo que la malgasta, hace de la imprescindible estrategia un bien inalcanzable. Cuando uno mueve pieza en función de la oportunidad, del interés del momento o la simple compulsión, convierte la partida en una sucesión de jugadas absurdas, cuyo resultado final no puede ser otro que el desastre. Y en ese desastre estamos y, para colmo de males, divididos. Y, entre tanto, por el camino van quedado abandonados todos los incondicionales, esos mismos ciudadanos a los que se inyectó un persistente estimulante cuya más dolorosa secuela es la incapacidad crónica para razonar por sí mismos.Hay que poner negro sobre blanco y empezar a abrir los ojos, aunque a muchos les resulte particularmente doloroso. La gravísima situación en la que nos encontramos así lo demanda y no hay tiempo ya para más confusión. Hay que aclararse. Federico ha tenido los medios y la oportunidad para liderar a una buena parte de la sociedad civil española en pos de legítimos objetivos. Pero lejos de unir a los ciudadanos de bien, ha generado entre ellos enormes fracturas e irreconciliables antagonismos, al tiempo que ha contribuido como pocos a que los debates fundamentales se redujeran a un “quítate tú que me pongo yo”, sin demostrar voluntad alguna para cuestionar a la casta parasitaria en sí, sino, muy al contrario, convirtiéndose él mismo junto con Pedro J. Ramírez en agentes del sistema, al servicio de una parte muy concreta y en beneficio de sí mismos.Desde hace ya tiempo, Federico Jiménez Losantos y Pedro J. Ramírez, tanto monta, monta tanto, han sido cooperadores necesarios en una suerte de alianza a medio camino entre “Sociedad Limitada” y “Unión Temporal de Empresas”, con el fin de promover y sacar rendimiento a todas y cada una de las causas susceptibles de ser manipuladas y vendidas como productos aptos para el consumo de masas. Una alianza indigna, jactanciosa y ensoberbecida que se ha atribuido el poder de poner y quitar rey con el fin de ganar imperios mediáticos para mayor beneficio de ambos. Lo cual, y en última instancia, podría ser hasta lícito si no fuera porque para tal fin han usado como argamasa los restos en descomposición de las más nobles causas y han tenido a bien adjudicar a los ciudadanos el papel de peones sacrificables.Llegados a este punto, sólo resta pedirles que se marchen y despejen el camino. No podemos permitirnos el lujo de seguir perdiendo el tiempo en reyertas entre facciones, intereses particulares y prebendas. España avanza imparable en dirección al abismo, y si España cae con ella caeremos todos.
martes, 24 de febrero de 2009
Stock Options en tiempos de crisis
Alberto Valverde.– La crisis no pasa por algunas entidades financieras, aunque sus accionistas hayan registrado una caída del valor de sus títulos de casi un 70% en los dos últimos años. Tal es el caso del BBVA, cuyo equipo directivo propondrá a la junta de accionistas el próximo día 13 de marzo, en Bilbao, un nuevo Plan de Retribución en Acciones a largo plazo para ellos mismos, que tendrá una vigencia de apenas dos años. Fuentes solventes aseguran que el nuevo Plan será muy parecido al vigente desde el año 2006 hasta el 2008 y que ha supuesto que mientras el accionista veía hundirse su inversión en el BBVA a niveles históricamente bajos, los directivos recibieran íntegramente sus denominadas "stock options", algo que, al menos estéticamente, repugna al más pintado. Además, el presidente de la segunda entidad financiera del país ha acumulado, desde que llegó desde la pública Argentaria (que carecía de dicho programa), un plan de pensiones de 72,54 millones de euros, a una media de unos nueve millones por año. Sólo en 2008, Francisco González acumuló una retribución de casi 20 millones de euros por todos los conceptos. Es el ejcutivo mejor pagado de España y probablemente de la Europa comunitaria.
miércoles, 4 de febrero de 2009
Buscando culpables..
jueves, 29 de enero de 2009
"En 2010 empezará la crisis de verdad y será brutal, terrible"
-¿Estamos ya en crisis?
-No, que va. Yo diría que estamos en "precrisis". La crisis empezará a mediados de 2010. Pero es que, además, lo que viene ahora y lo que vendrá no se parece en nada a lo que vivimos en 1993 o en el 2000. Esto es otra película, es una crisis sistémica. De parecerse a alguna cosa, se parecería al "crack del 29".
-¿Por qué es una crisis sistémica?
-Porque la manera como está funcionando el sistema se tiene que cambiar. En 1993 hubo un problema, se inyectó dinero en forma de crédito y se acabó. En 2000, lo mismo. Ahora no. Aplicamos un manual viejo que ya no funciona. Se han agotado las herramientas que se pusieron en marcha como el hiperconsumismo, el hipercrédito o la hiperdeuda y pasamos a otra película…
-¿Cuándo empezó esta "precrisis"?
-En septiembre de 2007 cuando se manifestó el problema de las subprime.
-¿Y hasta cuándo durará?
-Se alargará hasta junio o julio del año 2010. La tendencia dentro de este periodo será a peor. Esto no significa que un día la bolsa suba o que otro baje. En 2010 empezará la crisis de verdad. Caída "a plomo" hasta mediados de 2012. Habrá un hundimiento a nivel económico, y será a nivel mundial.
-¿Qué pasará a partir de 2010?
-Durante el periodo 2010-2012 el nivel de la caída será brutal, terrible. Habrá economías que sufrirán muchísimo, por ejemplo la española, la alemana, la estadounidense o la china. Habrá un periodo de estancamiento hasta 2015 y, a partir de ahí, comenzará un periodo de recuperación muy lento hasta 2018-2020. Estamos hablando de una duración de 10 años, similar a la "Gran Depresión" norteamericana de la década de 1930.
-¿El capitalismo ha llegado a su fin?
-El colapso del sistema capitalista aún no se ha producido. Los sistemas tienen una vida de 250 años. El capitalismo empezó entre 1815 y 1820 y terminará más o menos en 2070. Lo que ahora vivimos es una crisis de ajuste, como ocurrió en 1929. Las características del capitalismo no cambiarán pero el ajuste que se hará será muy importante.
-¿Cuáles son las posibilidades que tenemos para capear el temporal?
-Nada. Esto ha de pasar. Es inevitable.
-¿Pero los ciudadanos no tienen ninguna opción para intentar salir menos afectados?
-Yo siempre recomiendo que si alguien tiene deudas, que no se endeude más. Quien no tenga, que no se endeude y si una persona tiene deudas y dinero ahorrado, que lo dedique a reducir deuda. Otra cosa es que, antes de comprar nada, la gente se pregunte si realmente lo necesita. Que calculen muy bien cuales son las expectativas de sus ingresos y adapten el gasto. Lo que no sea necesario, no es importante.
-¿Habrá muchas empresas que puedan aguantar esta situación?
-No, habrá cierres en cascada. La evolución será cada vez a peor y, a partir de 2010, se acelerará.
-¿La culpa es de los bancos y las inmobiliarias?
-La culpa no es de una persona o de un grupo de personas. Las medidas que se han tomado han llevado al desastre. Pero si estas medidas no se hubieran tomado, no se hubiera crecido como se ha crecido. Y todos hemos estado muy contentos de crecer así.
-¿Habrá bancos que quebrarán?
-Sí, pero aunque un banco haga fallida no pasa nada. El problema es que, dentro de un escenario como el actual, que un banco caiga supone un torpedo a la confianza. El sistema que hemos montado no está atado con cables de titanio, está unido con algo tan intangible como es la confianza que, cuando se rompe, ya no se puede reparar.
-¿Es una buena decisión que los Gobiernos usen dinero público para salvar a las empresas?
-No servirá de nada. Se tiene que hacer porque el modelo dice que es lo que debe hacerse. Esto sirve para tapar un agujero, pero se abrirá otro. Estamos hablando de cifras tan brutales que es imposible tener dinero suficiente para tapar todos los agujeros.
-¿Cómo sabremos que estamos saliendo de la crisis?
-La recuperación se percibirá en el ambiente. El primer síntoma de la recuperación vendrá hacia 2012 porque no iremos a peor. El segundo signo será que algunas personas empezarán a hacer cosas.
-¿El resultado de esta crisis será la aparición de una nueva potencia económica?
-Yo opino que la figura del Estado irá a menos y que las grandes corporaciones tendrán más fuerza. Creo que General Electric es la primera corporación del futuro, es un caso a estudiar. En el futuro habrá más eficiencia, orden, aprovechamiento,…
-¿Grandes corporaciones como las de la película "Rollerball", que planteaba un futuro en el que las grandes corporaciones controlaban el mundo?
-Sí, eso mismo.
domingo, 25 de enero de 2009
Previsiones del profesor Niño Becerra
Entrevista de Toni Clapés en radio Rac1 recogida en Vimeo
sábado, 10 de enero de 2009
Un Estado con demasiado perímetro
Las reiteradas entrevistas televisivas de Zapatero por parte de Gabilondo son el paradigma de la ceremonia de la confusión. El entrevistado sabe que “juega en casa”, por lo cual se deja ir un poco más. La tradicional vacuidad del “talante” –-un tipo de huida de la realidad al amparo de lo que en italiano llaman ‘buonismo’ – es substituida por otro tipo de vacuidad, la del ignorante que incluso ignora que los demás pueden no ser de su triste condición.
En la última entrevista de la pareja surgió la alternativa entre intervencionismo o liberalismo económicos. Fue sólo eso (sea dicho con ironía) y además considerado de forma genérica. Había menos realismo que en ‘Los trabajos de Persiles y Sigismunda’.
En cambio, no hubo ni el más mínimo atisbo de uno de los grandes cambios democráticos del siglo XX, que afecta a la citada dicotomía. Es la superación de aquel antagonismo por la vía del autogobierno institucional. Se trata de un modelo administrativo y político que arranca de la revolución inglesa, que fue potenciado por la americana y que hoy está asumido por la Unión Europea, así como por todas las grandes democracias.
Consiste en la implantación de instituciones de regulación y supervisión independientes del poder ejecutivo, pero que poseen, en el ámbito de sus atribuciones, poderes anteriormente privativos de aquel, así como otros de orden normativo e incluso judicial. Aquí estamos muy lejos. No tenemos ni un órgano de autogobierno de los jueces digno de su nombre, mientras que los medios de comunicación públicos está atados y bien atados por el poder político de turno. Hay lo de siempre, cubierto por barniz.
En Gran Bretaña reciben el nombre de Quangos (‘Quasi Autonomous Non-Governametal Organisations’) o ‘Non-Departamental Public Bodies’. En Estados Unidos, ‘Independent Regulatory Agencies’. En Francia, ‘Autorités Administratives Indépendantes’. Que hayan sido asumidas por Francia, la patria del ‘Droit Administratif’ – históricamente antagónico al autogobierno institucional y en especial al ‘rule of law’ británico -- muestra el alcance y la universalidad del cambio.
Aquí, en el debate público, este tema no existe, pese a que debería ser prioritario, por cuanto que es urgente la reducción del ámbito del poder político-administrativo, es decir que el Estado reduzca su inmenso perímetro. El llamado Estado de las autonomías no lo ha reducido en absoluto, sino que más bien lo ha incrementado, a la vez que generaba confusión. No tenemos un gran Leviatán sino muchos, cuando precisamente asumir la modernidad – y dentro de ella la globalización – hubiese tenido que implicar lo opuesto.
Cualquier persona con un mínimo interés por la cosa pública puede percibir que la politización de todo lo politizable, en el marco de un poder político que conserva una arcaica verticalidad, junto con la extensión hasta el ridículo de la vieja dicotomía entre derecha e izquierda no favorece el interés público. También puede ver que abandonar el interés público al mercado o a la economía, o a nadie, tampoco es la solución. En todos los modelos hasta ahora ensayados la corrupción ha continuado intocada y a veces ha incrementado.
Enfocando el tema desde abajo y a partir de lo concreto, recordemos el escalofriante espectáculo ofrecido en directo por la inefable Magdalena Álvarez, en ocasión de la catástrofe aérea de Barajas. Se constató que un tema complejo e importante – tanto humanamente como económicamente – como es el tráfico aéreo estaba en manos de una persona que no entendía nada de aviación, de organización administrativa, ni de nada. Era el viejo poder político al estado puro, pero sin las contrapartidas del conocimiento, la responsabilidad, la regulación racional y la supervisión efectiva. No hay más solución que la creación en el ámbito aeronáutico de una autoridad fuerte, independiente del gobierno y eficaz. Lo mismo se puede afirmar en muchos más órdenes, desde la sanidad a la informática.
Pero aún prima la concepción decimonónica del poder político – que conserva el unitarismo de las monarquías absolutas – respecto a una sociedad española que es compleja y moderna, con la excepción precisamente de su aparato político-administrativo. En efecto, la creación de autoridades independientes en España ha sido reducida a su mínima expresión, excepto cuando ha jugado el imperativo europeo. ¿Alguien se imagina qué habría pasado en la actual crisis si hubiesen perdurado las viejas estructuras del Banco de España?
Aquí la disfunción político-administrativa parece que sea un no tema. Cuando enseña sus orejas (ayer, hoy, mañana) se la tapa con lo que sea. Perdura el unitarismo jacobino, con el nefasto contrapeso de corporativismos diversos, e incluso se ha multiplicado a nivel autonómico. La confusión territorial de géneros incrementa el peso de una losa sobre la libertad, en unos tiempos en que, con multiplicidad de poderes territoriales o no, la incapacidad del Estado para asumir nuevas funciones está siempre presente. Pero que le vamos a hacer: unos no quieren limitar su goce del poder y otros esperan poder disfrutarlo en el futuro. El placer psicológico inherente a su goce margina la necesidad urgente de reforma de un modelo político-administrativo que hacía aguas antes de la crisis y continuará haciéndolas después de ésta.
jueves, 8 de enero de 2009
Con mi dinero ¡NO!
Déficit democrático y ruina económica son desdoblados una y otra vez como si se tratara de cuestiones distintas. Y no son distintas: son la misma cuestión. Pero es conveniente separarlas para que la primera quede ahogada en interminables debates partidistas. Y la segunda se diluya en discusiones academicistas protagonizadas por agentes que a fin de cuentas viven y trabajan por y para el sistema.
Una vez se rodea la trampa, lo que nos encontramos es una simetría abrumadora entre déficit democrático y miseria social, tan proverbial que sólo resta un mínimo de lucidez y valentía para certificar que son imagen y reflejo de un mismo proceso de degradación. Cada vez que un gobierno occidental decide, sin encomendarse a Dios ni al diablo, echar mano del dinero del contribuyente para inyectarlo en el “sistema”, las democracias se tambalean con la misma violencia con la que, a renglón seguido, se generan nuevas ondas de pobreza que terminan invariablemente por impactar sobre las sociedades expoliadas. Es decir, el déficit democrático avanza en paralelo al endeudamiento de los Estados y viceversa, y el resultado final sólo puede ser uno: la ruina absoluta de los ciudadanos y la quiebra de los estados.
El capitalismo no es una ideología -por si no se han enterado quienes aún discurren por obra y gracia de determinados implantes– ni tampoco es el origen de los males. El origen está en el déficit democrático. Y desde ahí, el mal se extiende a gran velocidad a todas partes. El Libre Mercado se convierte en mercantilismo, y éste a su vez degenera en codicia y corrupción. La mentira se transforma en coartada del sistema, primero, en noticia, después, y finalmente en norma. Y los gobernantes de nuestras democracias pierden toda legitimidad. El pueblo es soberano, sí, pero la democracia no legitima en modo alguno el expolio masivo. El Estado existe para protegernos, no para incautarse de nuestros bienes por mucho que las facturas -que, por cierto, no hemos firmado- nos las vayan a girar a 12, 24 y 36 meses. Por más que se difiera en el tiempo, hacerlo es un golpe de estado en el que en vez de sacar los tanques a la calle, se endeuda a los ciudadanos hasta límites insoportables.
Cuando los gobernantes pierden toda legitimidad al superar los límites de su mandato y los Estados dejan de cumplir con su cometido para pasar a ser sistemas agresivos y totalitarios, el ciudadano tiene el derecho y el deber de resistencia. La democracia no es un sistema que consagre el poder absoluto por la vía del voto cada cuatro años a unas listas cerradas y bloqueadas. Y tampoco puede entenderse como un sistema de gobierno expansivo, mediante el que la sociedad civil firma cheques en blanco a las castas políticas, sean del signo que sean. Ante crisis formidables como la presente, el sentido común, el instinto de supervivencia y el principio de prudencia tienen su lugar natural en la sociedad civil, puesto que ésta reacciona directamente en base a la realidad del entorno y actúa en consecuencia con una capacidad de ajuste infinitamente mayor y más rápida que cualquier estructura superior, sujeta siempre a múltiples injerencias y a la intermediación de agentes interesados.
Por ello, para que la democracia sea un hecho y no mera coartada, tan fundamental es exigir la separación de poderes como tener una sociedad civil fuerte y reactiva. La representatividad no es monopolio de los partidos políticos, y menos aún cuando carecen de democracia interna, sino un bien que ha de custodiar la propia sociedad civil en todo momento, ejerciendo una vigilancia y una presión constante sobre cualquier decisión que vaya más allá de la mera gestión. Más claro aún: decidir el destino de 250.000 millones de euros del dinero de los contribuyentes, ya sea en forma de avales o aportaciones directas, no es una decisión exclusiva de la casta política, ni hay democracia que pueda legitimar semejante incautación de bienes. Y si nuestros gobernantes insisten en asegurarnos que ese es el único camino, argumentando la extrema gravedad de la situación, antes de entrar en ese debate, lo primero es exigirles a todos ellos la dimisión, lo segundo depurar responsabilidades y lo tercero regenerar nuestra democracias. Todo lo demás es seguir avanzando con paso firme en dirección al abismo.
* Javier Benegas es Vicepresidente y Secretario General de
Recorte a la banca española
miércoles, 7 de enero de 2009
Sin Gobierno y sin instituciones
España inicia 2009 con una severa recesión económica y una crisis político-institucional, que agudizan la desconfianza y el sentimiento de orfandad de nuestra sociedad. Pocos creen en la capacidad de la clase dirigente para capitanear la superación de los problemas, pero casi nadie aventura iniciativas que, sin ser taumatúrgicas, pudieran restaurar la confianza en que ha de basarse cualquier intento de recuperación del ánimo ciudadano. Y es posible que ello se deba, en gran medida, a la idea sacralizada por la clase política de que, una vez celebradas elecciones generales, todo es inamovible hasta la próxima convocatoria electoral.
Se niega así uno de los principios de la democracia, que es el del funcionamiento dinámico de las instituciones, entre las que se incluye el Parlamento, pero no sólo éste, para velar por el interés general, sustituyendo, en su caso, a los gobernantes, si se considera que no cumplen con sus cometidos.
La “democracia española” es un régimen político singular, que se funda en la desconfianza hacia la sociedad con la creación de un modelo partitocrático impermeable a los cambios y proclive al clientelismo: aunque cueste reconocerlo, el orden imperante es una versión actualizada de las viejas políticas caciquiles que han impregnado, sin solución de continuidad, casi toda la experiencia constitucional de España.
La tela de araña del tinglado institucional, acompañada por los resortes de que disponen los poderes públicos en un Estado moderno, por débil que éste sea, dota a los responsables políticos de una seguridad, que se ve incrementada por la paciencia y sumisión de la sociedad poco o nada exigente con sus derechos.
Es verdad que la realidad descrita se ha podido consolidar porque ha habido recursos sobrados, tanto internos como externos, para hacerla posible: desde la entrada en la Unión Europea en 1985 los diferentes gobiernos españoles han dispuesto de fondos públicos en cantidades desconocidas en España, una parte de los cuales se ha dedicado a la modernización de las infraestructuras del país y otra parte, nada desdeñable, se ha dedicado a nutrir los poderes emergentes de las regiones para construir una constelación de organizaciones cuasi estatales que no tienen similitudes con países cercanos al nuestro. España ha vivido su versión de los alegres años veinte, con un peligroso descuido de las virtudes tradicionales de la austeridad, la prudencia y la honradez en la gestión pública, también en la privada, que ahora se echan de menos.
El gigantesco endeudamiento que va a caer -ya está cayendo- sobre los hombros de los españoles por las decisiones de un gobierno heredero de muchas incurias anteriores, pero responsable de no haber previsto el alcance de la tormenta, es el gran aviso de que la política de pan y circo que domina la escena española toca a su fin, no sin resistencia por parte de sus principales protagonistas. En estos días estamos asistiendo al espectáculo del reparto de la financiación autonómica en el que todos reciben del jefe del gobierno seguridades de que lo suyo va bien. Eso me recuerda a aquella anciana tía que, en su última enfermedad, recibía a sus sobrinos y a cada uno de ellos le decía “todo será para ti”, y a su muerte se armó la de Dios es Cristo en la familia.
Nadie desea eso para España y sería muy lamentable que las reacciones se produjeran cuando asomen desórdenes públicos, por el agravamiento de la crisis social. Nuestra sociedad, por experiencia histórica y educación, probablemente no asumiría ni el 20% de los desórdenes que se han vivido en otros países, casos de Francia o Grecia, sin caer en la tentación autoritaria. La cruz de nuestra escasa experiencia democrática es la facilidad con la que puede prender cualquier propuesta que culpe injustamente al orden democrático de los males que nos afligen.
En un sistema democrático normal la salida a una situación como la descrita sería el cambio de gobierno o la convocatoria de elecciones anticipadas, pero esta segunda opción, con el modelo actual, supondría un alargamiento innecesario de la enfermedad que nos aqueja.
Por ello, convendría que las instituciones del régimen iniciasen su apertura, colaborando a la constitución de un gobierno, cuyos cometidos fundamentales serían la gestión de la crisis económica y la propuesta de las reformas constitucionales y electorales necesarias para superar la esclerosis política, convocando elecciones en un plazo máximo de dos años. De esta forma se iniciaría el camino de devolución de la soberanía a los españoles, para lograr la verdadera regeneración democrática.
viernes, 2 de enero de 2009
Hacia Adelante
Antonio García-Trevijano comienza el año con este artículo en el Diario de la República Constitucional:
Los cuerpos están habituados a moverse, a trasladarse de un sitio a otro, a consumir energía, a inquietarse, a gastarse. Las almas tienden a la quietud, a la estabilidad, a la permanencia en el estado de la primera conciencia de sí mismas, al ahorro de pensamientos nuevos, a conservarse. Los cuerpos agonizan, en los estadios, los límites de su potencia. Las almas manifiestan, en sociedad, la íntima complacencia en ser como son, el conformismo de sus facultades para no desear otros modos de vida superior. La resistencia de la materia a ser transformada es menor que la inflexibilidad del espíritu a ser inclinado hacia su mejor estar en nuevas situaciones. Es el drama de la libertad colectiva, la política. Pocos sienten la necesidad espiritual de su realización, porque pocos saben que la libertad es la libertad de los otros.
En todos los tiempos y lugares han surgido espíritus innovadores. Minorías indomables sacaron a su congéneres de las cavernas y los llevaron, con el dominio de la materia por la ciencia y la técnica, a otros modos civilizados de vivir la vida colectiva, y a contemplarse como seres capaces de superar rudimentarias formas de existencia. Sin embargo, el progreso material, el avance en la conquista de la Naturaleza, resultó ser bastante más fácil que el progreso moral, el avance en la conquista de la libertad política. Sería raro encontrar hoy algún espíritu selecto que defienda la utilidad social de la esclavitud. Tan raro como encontrar pensadores de la libertad en Europa que condenen, moral y políticamente, la servidumbre voluntaria en que se basa el Estado de Partidos. Un servilismo del alma colectiva que indignó a La Boétie, bajo el absolutismo monárquico, y que todavía sigue indignando a los escasos defensores de la libertad política de los gobernados, contra el consenso mayoritario que acepta, como si fuera normal, el privilegio estatal otorgado a los partidos para detentarla en exclusiva.
No se trata tanto de acabar con la corrupción implicada en todas las formas de sinarquía -la oligocracia del Estado de Partidos es la más cerrada-, ni de buscar fórmulas políticas que fomenten el esfuerzo colectivo para superar la crisis económica y la quiebra de la conciencia nacional, como de acceder a la dignidad de la vida en común, mediante la participación en la conquista de la libertad política. Ese afán de dignidad personal y colectiva, ese ánimo de progreso moral, define la última esencia de lo humano. Un espíritu de conquista de la libertad, frente al dominante espíritu de comercio y lucro incorporado a la Monarquía de Partidos, ilumina y guía la voluntad de todos los que levantan aquí, a diario, sin esperar recompensas materiales ni necesitar estímulos externos, el valiente, noble y brillante estandarte de la República Constitucional. En esa única bandera común hay una consigna escrita con letras de oro: Hacia Adelante. La cumpliremos.