Escrito por Carlos Segovia en El Mundo Mercados:
Los jefes de los bancos y cajas de España han demostrado que quien manda, manda, y han conseguido una rebaja fiscal en estos tiempos de austeridad que corren. Es verdad que la Ley de 2006 que corrige no era ideal, pero también otros colectivos querrían cambios y no los consiguen. Además, se ha hecho con defecto de forma y en época poco edificante para la banca.
Los jefes de los bancos y cajas de España han demostrado que quien manda, manda, y han conseguido una rebaja fiscal en estos tiempos de austeridad que corren. Es verdad que la Ley de 2006 que corrige no era ideal, pero también otros colectivos querrían cambios y no los consiguen. Además, se ha hecho con defecto de forma y en época poco edificante para la banca.
Aquella mañana de 31 de octubre, el Banco de España anunciaba, ya formalmente, que España entraba en recesión y el Consejo de Ministros iniciaba su reunión ordinaria con un variopinto menú de 19 reales decretos y 32 acuerdos.
En el índice verde de la carpeta repartida a cada ministro aparecía un aburridísimo real decreto sobre prevención del fraude fiscal e incentivos fiscales al mecenazgo. Ese índice es el de los asuntos que no necesitan debate en el Consejo, porque ya vienen cocinados.Y allí, escondido, en una disposición final tercera apartado dos figuraba, de manera ininteligible, nada menos que una rebaja fiscal desde el 43% al 18% del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas a las rentas de capital que obtengan en sus entidades financieras los que las dirigen. Se trata de los accionistas con más de un 1% del capital de una gran firma, los miembros de los consejos de administración, los altos directivos y toda la familia hasta tercer grado -tíos y sobrinos- de los 180 bancos, cajas de ahorro y cooperativas de crédito del país.
Es decir, unas 5.000 personas -sin contar los parientes- entre las que figuran las mejor pagadas de España.
¿Por qué tal rebaja? Todo viene de la reforma fiscal que emprendió el entonces secretario de Estado de Hacienda, Miguel Angel Fernández Ordóñez en 2006. Hasta entonces, todos tenían que tributar por todo a hasta el 45%, pero Mafo y su equipo decidieron que las rentas de capital tributaran al 18% y que las del trabajo lo hicieran hasta el 43%. No era muy socialista, pero había que retener capitales en España ante la globalización. Así que si compras acciones y las vendes en una hora, pues 18% en el IRPF; que recibes intereses de tu cuenta de ahorro, 18%; que eres asalariado y ganas más de 55.000 euros al año, el 43%, amigo mío.
Pero Mafo hizo una excepción. Seguirían tributando a hasta el 43% los rendimientos de capital que recibieran de sus empresas los que mandaban en ellas. Es decir, que si Botín compraba un bono del Santander, pues a tributar por el 43% y si lo compraba del rival BBVA, al 18%.
La idea era evitar que los que tenían control sobre sus compañías aprovecharan el vericueto par disfrazar como rentas de capital lo que, en realidad, eran sobresueldos. Un dueño de un bar podía prestar dinero artificialmente a su sociedad y ésta se deducía un 30% de la carga financiera contraída, mientras el propietario listillo, tributaba los intereses recibidos al 18%. Como no hay quien lo controle, a pagar todos los jefes, incluidos los banqueros.
Ya en 2006, cuando se estaba tramitando la Ley, el presidente de la Asociación Española de Banca, Miguel Martín, empezó a mover que no había que exceptuar a los que mandaban en las entidades de crédito, por ser el sector especializado. Solbes no tragó entonces ni tampoco el que era jefe del grupo parlamentario del PP, Eduardo Zaplana, que rechazó presentar la petición de enmienda propuesta por la AEB. Sí apoyaron Josep Antoni Duran i Lleida (CiU) y el popular Pío García Escudero en el Senado, sin éxito.
Así que llegó el ejercicio fiscal 2007 y todos los principales accionistas y gestores de todas las entidades de España, ya fueran grandes bancos o pequeñas empresas de carpintería, tenían que seguir tributando a hasta el 43% por rentas de capital cuando procedían de cuentas, bonos o préstamos de sus firmas, mientras sus empleados lo hacían ya al 18%.
Los banqueros sólo han aguantado un año. Solbes ya ha tragado y con efectos retroactivos de 1 de enero -para que cubra todo el ejercicio fiscal- saca de la prohibición a «las personas vinculadas a las entidades de crédito». Se siente por el resto de jefes de empresas.
Y, así, el día que España entraba en recesión, el Gobierno consideró urgente «corregir esta anomalía» para el sector financiero y rebajó la fiscalidad a los mejor pagados del país y a sus familias.No aprobó, sin embargo, por ejemplo, la petición de Cándido Méndez de que se elimine la excesiva carga fiscal sobre el dinero recibido por despido en un ERE.
Además, la rebaja bancaria se hace con defecto clave de forma -una decreto no puede cambiar la Ley del IRPF como explicó en este diario Félix Bornstein- y llega en un momento de respaldo público sin precedentes a la banca y de feas noticias. Por ejemplo, la estafa de Bernard Madoff ha sacado a la luz que un millar de clientes españoles del Santander invertían en un fondo con sede en Bahamas -¿por qué no en Barcelona?- confiado a Madoff a través de Optimal, filial del banco cántabro en Ginebra. ¿Por qué no en Gijón?
El BBVA no ha quedado muy allá, porque salió muy torero el primer día diciendo que no tenía riesgo, para reconocer 48 horas después 300 millones. Pero, el peor parado es el Santander, con 2.330 millones de pérdidas para sus clientes y ante artículos como el The Wall Street Journal incidiendo en la family. O el hecho de que Javier Botín, hijo del presidente, sea consejero del banco y, a la vez, competidor desde M&B Capital Advisers junto a Guillermo Morenés, marido de Ana Patricia Botín.
El siempre inquieto Botín envió a Rodrigo Echenique a pulsar a Madoff -pese a que el responsable de riesgos es Matías Rodríguez Inciarte- tres días antes de su detención. También Willy Morenés se ha tomado dos cafés con Madoff en los dos últimos años para conocer personalmente al tipo al que estaba confiando fondos.Pero Bernard engañó a todos.Y ahora el reto de todo el sector financiero es recuperar la confianza. Por eso es tan fea una chapucera rebaja fiscal para su cúpula. Y, encima, de tapadillo.
En el índice verde de la carpeta repartida a cada ministro aparecía un aburridísimo real decreto sobre prevención del fraude fiscal e incentivos fiscales al mecenazgo. Ese índice es el de los asuntos que no necesitan debate en el Consejo, porque ya vienen cocinados.Y allí, escondido, en una disposición final tercera apartado dos figuraba, de manera ininteligible, nada menos que una rebaja fiscal desde el 43% al 18% del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas a las rentas de capital que obtengan en sus entidades financieras los que las dirigen. Se trata de los accionistas con más de un 1% del capital de una gran firma, los miembros de los consejos de administración, los altos directivos y toda la familia hasta tercer grado -tíos y sobrinos- de los 180 bancos, cajas de ahorro y cooperativas de crédito del país.
Es decir, unas 5.000 personas -sin contar los parientes- entre las que figuran las mejor pagadas de España.
¿Por qué tal rebaja? Todo viene de la reforma fiscal que emprendió el entonces secretario de Estado de Hacienda, Miguel Angel Fernández Ordóñez en 2006. Hasta entonces, todos tenían que tributar por todo a hasta el 45%, pero Mafo y su equipo decidieron que las rentas de capital tributaran al 18% y que las del trabajo lo hicieran hasta el 43%. No era muy socialista, pero había que retener capitales en España ante la globalización. Así que si compras acciones y las vendes en una hora, pues 18% en el IRPF; que recibes intereses de tu cuenta de ahorro, 18%; que eres asalariado y ganas más de 55.000 euros al año, el 43%, amigo mío.
Pero Mafo hizo una excepción. Seguirían tributando a hasta el 43% los rendimientos de capital que recibieran de sus empresas los que mandaban en ellas. Es decir, que si Botín compraba un bono del Santander, pues a tributar por el 43% y si lo compraba del rival BBVA, al 18%.
La idea era evitar que los que tenían control sobre sus compañías aprovecharan el vericueto par disfrazar como rentas de capital lo que, en realidad, eran sobresueldos. Un dueño de un bar podía prestar dinero artificialmente a su sociedad y ésta se deducía un 30% de la carga financiera contraída, mientras el propietario listillo, tributaba los intereses recibidos al 18%. Como no hay quien lo controle, a pagar todos los jefes, incluidos los banqueros.
Ya en 2006, cuando se estaba tramitando la Ley, el presidente de la Asociación Española de Banca, Miguel Martín, empezó a mover que no había que exceptuar a los que mandaban en las entidades de crédito, por ser el sector especializado. Solbes no tragó entonces ni tampoco el que era jefe del grupo parlamentario del PP, Eduardo Zaplana, que rechazó presentar la petición de enmienda propuesta por la AEB. Sí apoyaron Josep Antoni Duran i Lleida (CiU) y el popular Pío García Escudero en el Senado, sin éxito.
Así que llegó el ejercicio fiscal 2007 y todos los principales accionistas y gestores de todas las entidades de España, ya fueran grandes bancos o pequeñas empresas de carpintería, tenían que seguir tributando a hasta el 43% por rentas de capital cuando procedían de cuentas, bonos o préstamos de sus firmas, mientras sus empleados lo hacían ya al 18%.
Los banqueros sólo han aguantado un año. Solbes ya ha tragado y con efectos retroactivos de 1 de enero -para que cubra todo el ejercicio fiscal- saca de la prohibición a «las personas vinculadas a las entidades de crédito». Se siente por el resto de jefes de empresas.
Y, así, el día que España entraba en recesión, el Gobierno consideró urgente «corregir esta anomalía» para el sector financiero y rebajó la fiscalidad a los mejor pagados del país y a sus familias.No aprobó, sin embargo, por ejemplo, la petición de Cándido Méndez de que se elimine la excesiva carga fiscal sobre el dinero recibido por despido en un ERE.
Además, la rebaja bancaria se hace con defecto clave de forma -una decreto no puede cambiar la Ley del IRPF como explicó en este diario Félix Bornstein- y llega en un momento de respaldo público sin precedentes a la banca y de feas noticias. Por ejemplo, la estafa de Bernard Madoff ha sacado a la luz que un millar de clientes españoles del Santander invertían en un fondo con sede en Bahamas -¿por qué no en Barcelona?- confiado a Madoff a través de Optimal, filial del banco cántabro en Ginebra. ¿Por qué no en Gijón?
El BBVA no ha quedado muy allá, porque salió muy torero el primer día diciendo que no tenía riesgo, para reconocer 48 horas después 300 millones. Pero, el peor parado es el Santander, con 2.330 millones de pérdidas para sus clientes y ante artículos como el The Wall Street Journal incidiendo en la family. O el hecho de que Javier Botín, hijo del presidente, sea consejero del banco y, a la vez, competidor desde M&B Capital Advisers junto a Guillermo Morenés, marido de Ana Patricia Botín.
El siempre inquieto Botín envió a Rodrigo Echenique a pulsar a Madoff -pese a que el responsable de riesgos es Matías Rodríguez Inciarte- tres días antes de su detención. También Willy Morenés se ha tomado dos cafés con Madoff en los dos últimos años para conocer personalmente al tipo al que estaba confiando fondos.Pero Bernard engañó a todos.Y ahora el reto de todo el sector financiero es recuperar la confianza. Por eso es tan fea una chapucera rebaja fiscal para su cúpula. Y, encima, de tapadillo.
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