Cuando crecemos no nos convertimos en otra persona, sino que, por el contrario, seguimos siendo siempre el mismo desde desde la infancia hasta la vejez. Con la madurez, sin embargo, nos damos cuenta de quién somos, cosa que no sucede en la infancia. Madurar significa cobrar conciencia de la necesidad, saber lo que se quiere y prepararse a pagar el precio que ello exige. El que fracasa es porque no sabe lo que quiere o porque le repugna el precio.
jueves, 27 de julio de 2006
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